La distancia hasta los árboles se te antoja demasiado larga y quizás haya cosas aún peores en la jungla. El cangrejo no cabe por la boca de la botella asà que ahà dentro estarás a salvo por el momento. Aunque la verdad es que, midiendo 10 centÃmetros de alto, te preguntas si alguna vez estarás a salvo.
El cangrejo no parece especialmente agresivo pero la verdad es que resulta difÃcil leer sus intenciones en una cara como la suya. En cualquier paso sà que parece curioso e intenta entrar en la botella. Suspiras aliviado cuando deja de intentarlo, pero parece que no desea abandonar la zona.
Estar dentro de la botella es como estar dentro de un invernadero. El calor es sofocante y las paredes de vidrio verde curvado le dan una tonalidad extraña a la luz. Cuando empiece a hacer calor de verdad y la botella se caliente no tendrás más remedio que salir. De hecho, empiezas a pensar que lo de la botella no ha sido tan buena idea. Si empieza a hacer tanto calor que haga que la arena queme se te puede hacer muy larga la carrera hasta la sombra de los árboles, sobre todo teniendo en cuenta que no llevas zapatos.
Te sobresaltas cuando ves que se trata de una mano gigantesca que ha cogido la botella y la está levantando como si no pesara nada. Te sientes como si estuvieras en un ascensor a reacción pero, en vez de ir subiendo pisos, vas subiendo partes de la anatomÃa femenina.
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