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1 Camil abrió los ojos y se quejó por un dolor intenso, cada musculo le dolía, sintió que lo habían apaleado, cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, se dio cuenta que el cielo era grisáceo y el sol era opaco y extrañamente blanco, puso sus manos en el suelo y movió las piernas, Camil se asustó, no llevaba ropa, se confundió, se incorporó cubriéndose el miembro con pena, miro a su alrededor, todo era confuso, un paisaje extraño, el suelo parecía madera, gran montañas y bolas de polvo del tamaño de un camión, habían dos enormes estructuras cerca de él, pero eran tan altas que no sabía distinguir que eran, eran similares a ediciones gigantescos hechos de madera y al horizonte solo divisaba más estructuras de madera gigantescas. — ¡Hola! Grito con todas sus fuerzas. No había nada a su alrededor, se sintió en una ciudad abandonada. El clima era extrañamente cálido y el olor a su alrededor le parecía extrañamente familiar. Miro el suelo una vez más, sin duda parecía madera. Lo golpeo, pero no sonó hueco, era la madera más gruesa que había visto al parecer, tanto así que podía ver las partes rugosas de la madera, si no tenía cuidado un pie atorársele en una de las arrugar de la madera del suelo. Antes de entrar en pánico, decidió caminar, todo a su alrededor le parecía de otro mundo, toco una enorme bola de polvo, pero los fragmentos de polvo eran tan grandes que no se ensuciaba las manos, se fijó en un alambre del tamaño de su brazo sobresalía de la bola de polvo, lo tomo con sus dos manos y lo saco sin mucha dificultad, la textura le llamo la atención, parecía un alambre, pero era suave, y se doblaba con facilidad. En su mente pensó “parece un pelo o un vello” pero rápidamente se burló de sí mismo, era ridículo, a pesar de eso decidió llevarlo consigo y siguió caminando. Se detuvo al ver una división en la madera del suelo, como si fuera un tablón común y corriente de un suelo de madera, pero gigantico, se acercó a la división del suelo y no era tan profundo, unos tres metros y había polvo en el fondo. Algo grisáceo llamo su atención. Mas allá en el fondo, camino por el borde hasta llegar al objeto, se asustó tanto que se dejó caer. — ¡Una persona! ¡Una persona muerta! Grito y vio a todos lados como si alguien lo escuchara. Se asomó un poco más, y se dio cuenta que era un esqueleto, por el aspecto tan blanco y sin rastros de restos de ropa o cabello, Camil dedujo que el esqueleto llevaba mucho pero mucho tiempo allí, un ligero temblor lo hizo incorporarse, miro a todos lados, nada, tampoco volvió a temblar, pero en el cielo gris, vio que la luz no venía solo de ese sol extramente blanco, también venia de la derecha una luz amarillosa como la del sol que él conocía, pero había otra estructura que cubría el origen de esa luz. Algo en esa estructura llamo su atención, podía verla con más claridad por su lejanía, parecía un guardarropa de madera oscura, con sus tres cajones hacia arriba y en uno de los agarraderos del guardarropa había un calcetín colgando. Camil se froto los ojos, seguramente estaba alucinando, no podía haber un guardarropa tan grande como un edificio típico de Nueva York y mucho menos un calcetín tan grande como cuatro autobuses amarillos. Su corazón se aceleró, a pesar de tenerlos enfrente no se lo creía. Se volvió a cuestionar el lugar en el que estaba y comenzó a recordar, lo último que estaba haciendo era tratar de devolverle sus guantes de boxeo a alguien, no recordaba a quien, luego trato de recordar donde vivía o en que país vivía, se asustó al tratar de recordar de donde venía o algo tan básico como su país de origen, trato de recordar a su familia, tampoco los recordaba, no recordaba la cara de ningún conocido o si tenía conocidos, no sabía quién era el mismo, solo recordaba su nombre. Volvió a mirar a todos lados y entro en pánico una vez más. Grito con todas sus fuerza y lloro. Un rugido pequeño surgió cerca de él. Se incorporó y vio dos criaturas blancas acercándose, en algún momento las había visto, eran ácaros, la piel de los insectos eran blanquecina casi transparente. Camil camino hacia atrás para alejarse del camino de los insectos que no le prestaron nada de atención, solo caminaron en línea recta, saltaron la división de la madera del suelo y se acercaron a algo que parecía papel arrugado del color de la piel, las criaturas comenzaron a comer lentamente los bordes de ese papel. Camil dedujo con miedo que no era papel, era piel muerta y tenía huellas digitales, era piel muerta de un dedo, un dedo inmenso al parecer. Respiro con terror, vio otra vez hacia el cielo, con dificultad dedujo que era un techo, no era un cielo y el sol blanco era una bombilla, no estaba en otro mundo se había encogido y estaba en alguna casa desconocida, en un cuarto, no lo sabía muy bien. Pero era tan pequeño, que el horizonte era curvo, no podía ver todo el cuarto por completo. No sabía exactamente qué tan pequeño era. Comenzó a correr, ya no cubría su miembro, el pudor era lo que menos importaba en ese momento. Corrió en línea recta y saltaba cada división en la madera del suelo, debía ser en extremo pequeño si podía ver la división de la madera del piso, los clavos de la madera eran tan grandes como la llanta de un automóvil promedio, freno al instante. Al ver una puerta en la lejanía, eran tan alta que se curvaba al final, era de madera y algo ocurría una fuerte brisa surgió, sonó chirriante la perilla de la puerta cuando giraba, la puerta se abría poco a poco, mientras se abría, un pie desnudo entro a la mega habitación, el pie entraba en cámara lento, y se colocó enteramente en el suelo, haciendo que todo temblaba, la pierna que lo acompañaba tenía muchos vellos hacia arriba, la puerta de abrió del todo y vio un cuerpo masculino, en shorts verdes. Era tan alto que el cuerpo también se curveaba y era imposible ver el rostro, camil estaba tan impresionado que no se dio cuenta que el enorme hombre estaba del todo en la habitación y los pies comenzaban a moverse barriendo todo a su paso. — ¡Corre! Grito alguien en la lejanía. Camil miro a la derecha con rapidez saliendo de su estupor, venia directo hacia él un hombre de piel morena con extraña vestimenta como si fuera un indígena y una pequeña correa que rodeaba su brazo. Salto encima de Camil y ambos cayeron en una división del suelo, justo antes de que uno de los inmensos pies aterrizara sobre ellos. Ya en el fondo, Camil vio como el pie pisaba fuerte sobre ello, y todo retumbo, vio como un poco de la piel del pie, un poco de ella entro en el hueco del suelo, estaban tan cerca de él que podía tocarlo y oler el sudor del pie ligeramente sucio. — Abrázame fuerte. Dijo el extraño hombre. — ¿Que? Pregunto Camil, antes de recibir una respuesta el pie se elevó. La velocidad del movimiento del pie era tan fuerte que los dos hombrecitos fueron elevados al aire, varios metros hacia arriba, girando como acróbatas aéreos, a Camil todo le daba vueltas y desde su altura pudo ver las piernas en moviéndose, el cuerpo de Camil era tan pequeño, que bailaba en el aire como una hoja, el movimiento de una pierna cerca de él, lo hizo elevarse más y giro en el aire separándose del otro hombrecillo. Desde su punto de vista pudo ver la habitación entera. El cuarto era amplio, había un escritorio en la lejanía donde descansaba una computadora, una cama desordena, el guardarropa que vio antes y un amplio armario cercano a la puerta, Camil grito al notar que empezó a descender iba a caer en el suelo y moriría estrellado. Sintió unas manos rodeándolo antes de caer el suelo, vio hacia arriba y el hombre moreno llevaba encima un tipo de paracaídas hecho con trozos de basura, Camil se dio cuenta que el hombre moreno iba desnudo, esa vestimenta rara que llevaba también servía como paracaídas, Camil dedujo que ese hombre llevaba mucho tiempo allí. — Trata de morir. Dijo el hombrecillo, y acto seguido se soltó del brazo una cuerda de material oscuro, en un extraño de la cuerda colgaba un gancho de material transparente, Camil no alucinaba, ese gancho era un trozo de uña afilado. El hombrecillo hizo girar su cuerda en el aire y lo lanzo a la distancia, el gancho se sujetó a la gruesa tela del short del gigante, ambos hombrecillos, quedaron colgando en la pierna. Luego sin mediar palabras el hombrecillo se soltó de la cuerda dejándose caer. Camil grito pensando que moriría, pero sorpresivamente solo sintió un ligero dolor al chocar contra el suelo. — Tranquilo, somos tan pequeños que la estructura de nuestra masa no puede herirse tan fácil, pero si esto te pisa seguramente explotaras como bolsa de salta de tomate. — ¿Eso? Pregunto Camil. — Si esa criatura enorme. Dijo el moreno señalando las piernas largas del gigante. — Es un hombre gigante, no creo que tenga nada sobrenatural. — Créeme con el tiempo lo dejas de ver solo como un gigante, le tendrás miedo, respeto como si fuera un dios. — ¿Cuánto tiempo llevas a aquí? — Suficiente, no soy muy hablador, te llevare al pueblo, vamos. El hombrecillo comenzó a caminar de manera tranquila, como si no hubiera un gigante caminando por todos lados. Camil miro una vez más al cielo, donde se suponía que estaba el rostro del gigante, no podía verlo, solo su enorme cuerpo moviéndose y acercándose a su cama. Camil acelero el paso y por el miedo se sujetó del brazo del hombrecillo, este no opuso resistencia y caminaron juntos a ese misterioso pueblo del que hablaba en otro encogido, no sabía porque estaba allí, con ese tamaño, ni de dónde venía y Camil planeaba obtener respuestas. 2 Camil mientras caminaba junto al hombrecillo moreno miro hacia arriba, donde las piernas del gigante se movían lentamente y sin tener conocimiento de que estuvo a punto de matar a dos minúsculos humanos, Camil se preguntaba una y otra vez como había llegado allí, todo en su mente era borroso, intentaba concentrarse, pero cada vez que el suelo temblaba con las pisadas del gigante. Su miedo a terminar como una simple mancha en un pie, lo mantenía alerta. — ¡No te retrases novato! Dijo el hombrecillo chasqueando los dedos. — Perdón. respondió Camil alcanzando a su compañero. — ¿cómo te llamas? — Mi nombre es Rogi. Al menos así lo recuerdo. — ¿También es lo único que recuerdas antes de llegar aquí? — A todos nos pasó. No eres el único. — ¿Cuantas personas encogidas hay aquí? no les parece raro. — Silencio, si quieres más respuestas habla con el patriarca, yo solo soy una hormiga soldado. — ¿Hormiga soldado? Pero si eres una persona. Respondió Camil sin entender muy bien. — Aquí nos hacemos llamar hombres hormiga y nuestro pueblo está dividido como si fuéramos hormigas, es más fácil para nosotros. Camil ya no pregunto nada más, se sentía nervioso y no le gustaba ninguna palabra de lo que escuchaba, si se hacían llamar hormigas significaba que se habían resignado a su nueva vida y camil no quería eso, no quería conformarse, quería ser normal y con su antigua vida sea cual fuere, Rogi y Camil poco a poco se adentraban a una ligeramente más oscura, Camil dedujo que era la esquina de algún mueble, pero todo era tan gigantesco que no lograba reconocer nada, a lo lejos vio una estructura como un muro que dividía o protegía algo. Muros que rodeaba algún tipo de pueblo. todo parecía hecho de trozos de madera irregulares u otros materiales, como restos de cartón. — Ya llegamos. Dijo Rogi colocando su palma en el pecho desnudo de Camil para detenerlo. Camil vio a dos hombres con rostros furiosos protegiendo algo que parecía la entrada, la puerta era blanca y gruesa con detalles florales, la puerta era un trozo de servilleta, en ese tamaño era tan grueso como un colchón, Camil dedujo que era realmente pequeño. Los hombres en la puerta iban con zapatos extraños de coloro piel, estaban hechos de piel muerta del gigante, por lo que dedujo eran calidos, los hombres aparte de sus zapatos iban completamente desnudos con sus penes al aire, camil se sonrojo al acercarte, rápidamente ambos hombres se acercaron y tocaron a Camil de todas partes, hasta su pene y uno de ellos abrió sus nalgas y metió ligeramente un dedo. — ¿¡Que hace!? Pregunto el tratando de apartarlos. — Es rutinario. Respondió Rogi. — hacen eso con todos los nuevos, las hormigas soldado inspeccionan todo para que nada perturbe a nuestro pequeño pueblo. — Pueden pasar. Dijo uno de los soldados. Sonrió y le giño un ojo a Camil. — ¿cómo te llamas novato? Pregunto el soldado. — Camil. Respondió tímidamente. — Un gusto Camil, yo no tengo pareja si deseas uno. Tendrás los mismos privilegios que yo. — ¿Disculpa? Pregunto camil confundido ante las palabras del soldado hormiga. — No lo acoses tan pronto Armando, primero deja que se acostumbre a su nueva vida. Dijo Rogi tomando de la mano a Camil y ambos entraron al pueblo. El novato se sorprendió, habían estructuras que le recordaba a tiendas de campañas o tipis que usaban los indios americanos. Todo construido de basura o por lo menos lo que una persona de tamaño normal consideraría basura. Incluso baterías o clips estaban esparcidas por el lugar, Camil se dio cuenta rápidamente que solo había hombres en el pueblo, fácilmente unos 60 o 70 hombres repartidos por el lugar, haciendo algo diferente, unos cocinaban o cargaban cosas, otros simplemente reían o platicaban. — ¿Porque hay tantos encogidos? ¿Eso no les llama la atención? — Claro que sí ¿crees que no hemos buscado respuestas? Pero como te imaginaras no es fácil para personas de nuestro tamaño. Respondió Rogi. Todos miraban a Rogi y a su nuevo acompañante Camil se sonrojo ya que todos los hombres lo examinaban detenidamente, llegaron al final de todo el pueblo, donde descansaba una inmensa estructura, era la parte superior de un cartón de leche. Era enorme y el blanco del cartón era curtido, llevaba mucho tiempo allí. Entraron con el permiso de otros dos hombres musculosos que protegían la entrada. Camil se asustó, había por lo menos 20 hombres arrodillados mirando a un hombre en una silla hecha de restos de palillos usados, un hombre mayor, con barba, fácilmente tenía unos 50 años, pero se conservaba bien. Sus ojos se enfocaron en Rogi y Camil. Al hombre le estaban haciendo masajes dos hombres delgados y otro arrodillado haciéndole una felación. — Tú, soldado, porque entras sin aviso previo. Pregunto el líder apartando a los tres hombres que lo consentían. — Patriarca le traigo una nueva hormiga, lo salve de ser aplastado por nuestro Dios gigante. — Perfecto, acércate. Dijo el patriarca chasqueando los dedos. Camil sin estar seguro de que hacer se acercó como ordeno el patriarca desnudo. — eres un espécimen valioso, no pareces tan débil, te diría que fueras uno de mis múltiples amantes, pero hace poco murieron 3 obreros, así que ese será tu nuevo trabajo. Serás obrero hasta el día de tu muerte o hasta que yo mismo te designe una nueva posición, pueden marcharse. Rogi como del brazo a Camil para guiarlo a la salida antes de salir, uno de los hombres arrodillados de acerco y le entrego algo parecía ser una pulsera café. Al verla de cerca Camil supo que era un cabello café, posiblemente del gigante. — Esta pulsera simboliza tu posición social en nuestro pueblo, no te la quites o la intercambies, el patriarca te castigara si lo haces. Dijo el hombre, luego se marchó y se arrodillo otra vez. Al salir Camil tenía un millón de preguntas, antes de hacerlas Rogi lo detuvo. — No me hables, te llevare con tus compañeros hormigas y a ellos les preguntas lo que desees, me voy con mi pareja, llevo días afuera y ya sabes lo que el cuerpo pide. Rogi le guiño el ojo, lo beso en la mejilla y ambos caminaron a lo que parecía ser la residencia de las obreras. Y Rogi lo dejo ahí sin mediar más palabras. Un hombre se acercó a Camil y lo tomo del brazo. — Nunca te he visto, eres nuevo al parecer, como no tienes pareja vivirás temporalmente con otro obrero sin pareja, soy el líder de los obreros me llamo kalos. Tu compañero de casa te mantendrá al tanto de las noticias mientras te acostumbres. Kalos empujo a Camil hasta una de las casas, había otro hombre tratando de organizar algo que Camil no supo identificar, kalos se marchó dejándolos solos. — Eres un nuevo, un placer, mi nombre es Luis. Dijo el hombre desnudo frente a Camil, era pelirrojo y con pocas pecas en el rostro y hombros. — Hola, me llamo Camil, todo va tan rápido que no sé qué sucede. — Es normal, nadie tiene tiempo de nada y menos si eres obrero. Respondió Luis dejando sus cosas y acercándose a Camil, lo invito a sentarse en una tapa de refresco pequeña. — ¿Los obreros somos los más trabajadores? Pregunto Camil. — Claro que si, como las hormigas, los de posición más baja, trabajamos aquí cargando cosas o saliendo a buscar comida, ya sabes hormigas que nadie extrañara si mueren afuera. — ¿Que? ¿Hablas enserio? — Claro que sí. Así es la vida aquí, a menos que tengas suerte y el patriarca te elija como uno de sus esclavos sexuales. — Hablando de él, ¿cuándo tiempo lleva aquí y cuanto llevas tu aquí? — Él fue el primero, lleva más de 10 años viviendo en este mundo, vio al primer Dios y luego a este, aparentemente es un cuarto de alquiler, pero no lo sé. Yo llevo dos años aquí, soy tan pequeño que el tiempo no alcanza para explorar como quisiera. Dijo Luis acostándose en lo que parecía una cama hecha de hilos, pero más bien era un nido. — Todo es tan diferente aquí, me quiero ir a casa. Respondió Camil ante toda la información. — Esta es tu nueva casa, imagínate, vivimos en un pueblo en la habitación de un gigante que ni siquiera sabe que estamos aquí. — ¿Cómo sabes que no sabe de nosotros? — Créeme, aunque mire hacia abajo directamente a nosotros, no nos vería, talvez vea nuestro pueblo, pero no a nosotros, somos muy pequeños. Y si nos logra ver nos confundiría con insectos, así perdimos a unas 15 personas la semana pasada. — ¿Qué, Mueren tantos? ¿Cuantos llegan? — Si, los muy idiotas subieron a uno de los muebles a plena luz del día para llamar la atención del gigante, terminaron en su pulgar, como manchas y llega siempre la preocupante cantidad de 20 o 25 personas por semana. Talvez más pero nunca encontramos sus cuerpos o mueren antes de encontrar nuestro pueblo. Así como llegan muere casi la misma cantidad, no estamos hechos para un mundo tan hostil. — Que horrible. — Si, ahora trata de dormir, a los 9 de la noche salimos los obreros a buscar comida y cosas útiles. Termino diciendo Luis invitando a su nuevo compañero a dormir junto a él. — ¿Que? Voy a volver a salir. — Exacto ahora duerme. Camil aunque asustado y nervioso se acostó junto a Luis y se durmió al instante. -------------- Pasadas las horas sintió una mano fría en sus hombros, era su compañero de cabaña Luis y frente a él estaba Rogi. — ¿Hola que sucede? Pregunto Camil incorporándose. — Levántate, vamos a salir a recolectar suministros. Si es que quieres comer. Dijo Rogi con severidad. — ¿No se supone que ya no te vería? pregunto Camil. — Afortunadamente seré tu guardia en la expedición de hoy. Los tres salieron de la cabaña donde como si fueran hormigas iban en fila unos 45 hombres saliendo poco a poco de los muros del pueblo, eran los obreros, su misión era recolectar objetos útiles o restos de comida, a su lado iban varios soldados y hasta el final iba Camil, Luis y Rogi que los vigilaba, cuando Camil salió vio a un grupo de unos 5 hombres con ganchos en la cintura, corrían en la oscuridad de la noche, alejándose del grupo. — ¿Quiénes son ellos? Pregunto Camil señalándolos. — Son los exploradores, tienen el trabajo más peligroso, suben a la cama del gigante y exploran en busca de alguna respuesta, la mayoría no vuelve. El novato no dijo nada, solo los vio alejarse y al fondo del paisaje estaba la gigantesca estructura de la cama donde descansaba un gigante. Mientras más se alejaban del pueblo escondido bajo un mueble, los obreros comenzaron a separarse y el grupo de Camil, Luis y Rogi no fueron la excepción, caminaban en línea recta cuando llegaron a una estructura larga. Era la puerta del cuarto. Fácilmente podían caminar por debajo, llegaron a un amplio salón donde los muebles parecían edificios, algo llamo la atención de Camil, en cuanto lo vio supo lo que era, un televisor. En la oscuridad de la noche, estaba apaga y a varios metros dormía sentado en el sofá un gigante en boxers, no podía verle del todo la cara, se asustó pensó que solo había un gigante, pero se había equivocado. — Vamos, dijo Luis caminando de forma segura a la zona del gigante. — ¿Estás loco? Advirtió el novato tratando de alcanzarlo. — Relájate hacemos esto todo el tiempo, cerca del sofá hay mucha comida. El gigante tira todo tipo de cosas. — ¿No lo despertaremos? Pregunto. — No importa lo que hagas o digas no nos vera. Dijo Rogi, tomándolo de la mano para tranquilizarlo. Tardaron varios minutos en llegar a la zona de peligro, había un par de pies descansando cerca de ellos, permanecían inertes y a lo lejos se escuchaba la respiración profunda del gigante, había un olor a sudor en el aire, el olor venia de los monumentales pies frente a ellos. — Mira esos restos de chettos y eso supongo que es chocolate, viviremos bien un par de días. Dijo Rogi animado. Junto con Luis se aceraron y comenzaron a recolectar las migajas cercanas acomodándolas en una pequeña montaña. Camil vio a su alrededor una lata de coca cola descansaba cerca del pie, incluso el control remoto estaba en el suelo, estaba manchado de polvo de chettos, Camil se sorprendió una vez más. El control parecía un camión, se acercó y toco la huella dactilar del gigante, era naranja a causa de las frituras, la huella era más grande que él, fácilmente podía morir bajo el dedo de su mano, volvió a pensar en su tamaño tan insignificante. Camil camino lentamente al pie izquierdo, cerca del pie derecho estaba Rogi y Luis juntando más comida. Camil de manera tímida con su pequeña mano, toco el dedo gordo del pie, él era tan pequeño que podía tocar en los caminos que formaba las huellas dactilares, no era lo suficientemente grande como para alcanzar uña del pie, aunque sabía que era piel humana se sentía como cuero, un cuero cálido, Camil acero lentamente su nariz a la piel, y cerró los ojos, olía de manera familiar para él, sentía que ya había disfrutado el olor de ese sudor de pie. Camil oculto su pene entre sus manos, estaba excitándose. Quiso entrar y descansar entre los dedos disfrutar su suciedad acumulada cuando un grito lo saco de su pensamiento. — ¡Cuidado corran! Grito Rogi mientras corría a toda velocidad, el pie derecho se elevaba, Camil se separó del pie izquierdo, aunque seguía inmóvil por el pánico, mientras Rogia corría vio como Luis se atoro en la montaña de comida que habían formado, su pie estaba atascado en un considerable trozo de maní. — ¡Ayúdenme! ¡Por piedad noooo! Grito Luis cuando vio el pie acercarse, levanto las manos de manera inútil cuando un dedo se acercó a su cuerpo. Camil vio como el dedo aterrizo en la pila de comida y en Luis, fácilmente lo hizo explotar, quedando como una insignificante mancha en el dedo medio del pie. Camil corrió como pudo detrás de Rogi, ambos miraron hacia atrás y el pie donde Luis murió se acercaba inminentemente hacia ellos. 3 Camil corrió como nunca, para alcanzar a su compañero soldado Rogi, que corría unos cuantos metros adelante, con la misma cara de pánico que él, el pie gigante se acercaba a ellos de manera rápido, Rogi freno de golpe cuando sobrevoló encima de ellos el pie gigantesco, podían ver a la perfección la terrorífica planta del pie cubierta de suciedad, haciendo un arco perfecto en el pie, varios trozos de mugre o trozos de maní cayeron cerca de Rogi y Camil se admiraban la escena del enorme pie sobrepasándolos con lentitud. A Camil se le revolvió el estómago, podía ver en un dedo la mancha roja que antes era el pobre de Luis. Aun que lo conocía, Camil creía que no merecía morir así. El pie aterrizo varios metros lejos de ellos. Se dejaron caer al suelo y soltaron un suspiro se habían librado de la inminente muerte mientras miraban como las enormes piernas se alejaban en la distancia, Camil se enojó, eran tan grandes que no podía verles el rostro y tenía una curiosa necesidad de hacerlo, talvez eso le daba la respuesta que necesitaba. — Levántate, tenemos que regresar a nuestro pueblo y anunciar la muerte del obrero. — Se llamaba Luis. Indico Camil con ganas de llorar. — Perdona que no sepa su nombre, mueren tantos que hace mucho deje de interesarme en sus nombres, solo me preocupo por el nombre de mi pareja y por mí mismo. Ambos caminaron sin muchas prisas por la enorme sala, tardarían mucho en llegar y el silencio mataba a Camil que decidió hablar. — ¿Por cierto, algún día conoceré a tu pareja? — No veo la necesidad. Dijo Rogi sin sonreír. — Somos amigos, es justo que lo conozca. — No creo que le guste, no le gusta relacionarse con hormigas recolectoras, es mejor que cada quien se quede en su lugar, estamos juntos por cuestión de labores, no somos amigos. A Camil se le pusieron rojas las mejillas y estaba dispuesto a objetar por el comentario clasista cuando sintieron una vibración cercana y no eran las pisadas del gigante alejándose. — ¿Otro gigante? ¿No lo veo? Dijo Camil mirando a todos lados, se acercó a Rogi y lo abrazo, el soldado respondió su abrazo con otro. — No, esas pisadas son de otra criatura gigante. Dijo Rogi colocándose de piernas abiertas y listo para un ataque. Acto seguido apareció frentes a ellos una rata gris, tan grande como dos autobuses, uno encima de otro, Camil corrió por instinto, corrió los mas que pudo, se habían acercado bastante a una estructura de madera inmensa que dividía dos secciones de la casa, Camil apenas supo distinguirla, era un desayunador, pronto estaría en la cocina y podría esconderse. — ¡Cuidado! Grito Rogi a lo lejos. Camil volteo, la rata había saltado directamente hacia él, aunque era demasiado pequeño, había llamado su atención como botana. Antes de que el roedor le encajara los dientes en la cabeza, un gancho apareció desde el cielo, un gancho hecho de trozos de papel de aluminio, se clavó en la nariz del animal que chillo, otro hombre bajo del cielo y se encajó en su espalda, otros tres en línea recta se engancharon en su lomo peludo también y bajaron como por arte de magia. 5 hombres cubiertos de pies a cabeza de una tela negra. Sacaron artefactos que parecían navajas, pero estaban hechas de uñas de los gigantes, apuñalaron a la colosal rata de esta se sacudió y dejo caer a los 5 hombres, el animal escapo sangrando. — ¿Están bien? Pregunto uno de los hombres con la cara cubierta. Antes de que Camil respondiera Rogi se acercó de manera agresiva y se colocó entre ellos. — Estamos bien, puede irse malditas hormigas voladoras. — ¿Así agradeces que salváramos a una de tus hormigas recolectoras? Soldado malagradecido. Añadió el hombre cruzándose de brazos. Rogi y el hombre con cara cubierta se colocaron en posición amenazante. — ¿Qué sucede? Pregunto Camil cubriéndose la desnudes, ver a los hombres cubiertos lo avergonzó. — Somos de la tribu de las hormigas voladoras de cocina, supongo que eres nuevo, las hormigas terrestres como tú y tu amigo no nos suelen querer. — ¿Porque? Pregunto Camil acercándose y tomando de la mano a Rogi. —se supone que todos estamos en la misma situación. — Rivalidad entre pueblos, no lo entenderías. Dijo Rogi zafándose de su mano. — No sería mejor vivir unidos y buscar respuestas así. — Cállate y vámonos. Respondió Rogi chasqueando los dedos. Rogi comenzó a caminar hacia la distancia donde se miraba la puerta del cuarto donde estaba su pueblo escondido, Camil vio a los 5 hombres y les hizo una pequeña reverencia antes de irse. — Pasen el día en nuestra tribu. Dijo el líder de las hormigas voladores, el hombre se quitó la tela de la cara y les sonrió, era afroamericano tenía una barba tupida y una sonrisa sincera, algunas canas sobresalían de su cabezo rizado. — Vamos, no parecen malos. Dijo Camil, Rogi miro la distancia que tenía que recorrer, les tomaría horas. — Está bien. Concluyo Rogi sin quitar su rostro agresivo. — Perfecto. Dijo el hombre volador y abrazo a los hombrecillos. — Tú. Dijo el líder mientras señalaba a uno de sus compañeros de cara cubierta. — te llevaras al soldado agresivo y yo al pequeño recolector. Ambos hombres rodearon a Camil y Rogi. Y los subieron a sus espaldas como si fueran caballitos, los 5 hombres comenzaron a correr, cuando se acercaron al desayunador de tamaño descomunal, sacaron dos ganchos cada uno. Y escalaron con impresionante habilidad y velocidad. Su peso y tamaño les daba la ventaja de hacer increíbles maniobras, casi parecía que volaran, de allí el apodo de hormigas voladoras. — Increíble. Susurro Camil, viendo todo a su alrededor. — ¿Te gusta Verdad niño? Eres lindo y simpático ¿porque no te unes a nuestra tribu? tenemos mejor acceso a comida y mueren considerablemente menos hombres en nuestra tribu, por eso el pueblo original y los demás pueblos no nos quieren. Camil no respondió solo observo a su distancia, pero no admirando la vista, si no aprendiéndose de memoria la enorme sala de estar, que era el centro de la casa, se concentró en el paisaje a lo lejos, vio la sala por completo, había cuatro cuatros, donde estaba el pueblo original, uno dedujo que era el baño y los otros dos, pensó que era el cuatro de otros dos gigantes. Mas la cocina que era parte de la sala principal y una puerta de la cocina que llevaba al patio, se le hizo extrañamente familiar todo. Como si ya hubiera estado allí. Pero decidió a ignorarlo y concentrarse en la cocina. Llegaron a una superficie resbaladiza y blanca, era baldosas del desayunador donde descansaban vasos gigantes usados, dos platos blancos de las que sobrevolaban moscas, lo que sorprendió a Camil era la cantidad de hombres vestidos con tela negra que estaban en la superficie, parecían auténticas hormigas. — ¿Aquí vive tu tribu? pregunto Camil ya en la superficie blanca. — Claro que no niño, están recolectando comida, estos platos sin lavar y las migajas son valiosas fuentes de alimento para nosotros. Camil vio a un hombre, lanzando su gancho y subiendo un vaso de vidrio donde había agua, el pequeño no entro al vaso si no que recolecto la saliva del borde del baso donde un gigante había tomado agua. — ¿Porque no entra al vaso y recolecta agua? — El agua es peligrosa niño, si cae al vaso será difícil sacarlo y quizá se ahogue antes de poder sacarlo. Dijo uno de los 5 hombres. — Dejen de hablar tonterías y llévennos a su tribu, debemos descansar para salir a primera hora a nuestro pueblo. Interrumpió Rogi poco confiado. — Perfecto. Dijo el hombre moreno con barba tupida. Antes de decir algo más, la luz de la cocina se encendió, Camil, Rogi y el hombre moreno gritaron por el ardor en los ojos. Los demás solos se congelaron en su lugar. Usaban telas negras para no ser enceguecidos por la luz repentina de la cocina. — ¡Un gigante viene, ejecuten plan escondida! Dijo el hombre moreno aun con los ojos cubiertos. Camil y Rogi se restregaron los ojos llorosos por la luz, cuando los abrieron vieron la panza y el pequeño desnudo de un enorme gigante que venía hacia ellos. Camil vio hacia arriba donde una barba espesa evitaba que viera el rostro del gigante que se aproximaba. Todos los hombres vestidos de negro se movían de manera apresura. Algunos escondiéndose bajo los platos o simplemente corriendo por los bordes de las baldosas, los bordes eran negros así que se camuflaban, Camil y Rogi fueron arrastrados por una de las hormigas voladoras y los oculto detrás de un inmenso sobre de kétchup vacío y aplastado, a lo lejos Camil y Rogi vieron un hombrecillo corriendo de manera lenta, tenía en sus manos un trozo de cereal azucarado, sin percatarse el pequeño hombre corría en la zona de color blanco de las baldosas y una mano, era fácilmente detectable. El gigante bajo sus inmensos ojos verdes a las baldosas, donde una diminuta hormiga caminaba de manera apresurada cargando algo, levanto con lentitud su brazo. Una gigantesca mano blanca y cubierta de vello en los dedos se elevó sobre el pequeño y estrelló encima de él y en el desayunador todo se agito, hizo que un temblor recorriera cada rincón y los pequeños lo sintieron. Y el hombrecillo en el vaso de agua, cayó en el interior, mientras se agitaba con locura en el interior. Camil vio como la mano se elevaba nuevamente, dejando ver los restos del pequeño triturado. La misma terrorífica y lenta mano rodeo el vaso con agua donde se agitaba el pequeño que intentaba aferrarse a la pared lisa de vidrio, sus ganchos descansaban en el fondo, el pequeño gritaba asustado mientras miraba hacia arriba. La mano cubrió por completo el vaso. El resto de hombrecillos ya no podía ver al pequeño aterrado, pero escuchaban los lejanos chillidos de terror cuando se elevó el vaso. Camil levanto más la cabeza, curioso y aterrado, se podía ver en uno de los dedos del gigante que tenía un tatuaje, para él lucia enorme pero en realidad era diminuto en un dedo común, el símbolo de un infinito, Camil dejó de respirar por la impresión, algo familiar regreso a su mente, sabía que lo conocía pero no sabía exactamente donde, por instinto vio su propia mano y allí, en su dedo medio, también descansaba un tatuaje de infinito, no sabía si era coincidencia o si realmente conocía al gigante pero pensó que era un tatuaje compartido, se dejó caer con la cabeza palpitándole, no recordaba nada de su pasado, nada. Otro grito lo saco de sus pensamientos, el gigante inclinaba el vaso encima de su boca y vaciaba el líquido entre sus enormes labios, todos vieron el pequeño cuerpo agitándose en el aire y entrando a la boca del gigante, todos temblaron cuando escucharon los ruidos característicos de alguien que tragaba mucha agua de golpe. El gigante gimió de placer y dejo el vaso en el desayunador, el vaso lo coloco inclinado, en el fondo seguían los pequeños ganchos. — Pobre hombre. Dijo Camil ocultando su dedo, Rogi lo tomo de los hombres para consolarlo sin decir nada. No era el mejor momento para sus comentarios negativos. — Yo informare personalmente a su pareja y nuestro patriarca, que uno de los nuestros fue tragado. Espero que el líquido gástrico lo mate de manera rápida. Dijo el hombre moreno que era el líder de los recolectores. ------ Les tomo mucho tiempo bajar, y fueron directo a la tribu, que estaba en el interior de una grieta, adentro de una gaveta pegada al suelo, todos caminaban cayados con comida en sus hombros, Camil llevaba algo que parecía ser frijol y Rogi una ralladura delgada de zanahoria, los restos de alguna ensalada que los gigantes comieron esa misma noche. Entraron al pueblo donde estaba más caliente y pequeñas luces de velas diminutas ambientaban el lugar, varios hombres más delgados se acercaron a los recolectores y les retiraron la comida. — Ven, les presentare a nuestro patriarca. Dijo el hombre afroamericano con barba, tomo la mano a Camil y Rogi. — por cierto, pueden llamarme Garbanzo. Llegaron a una cabaña similar a la del pueblo original y en su interior estaba el patriar descansando en su trono, era tan viejo como el otro patriarca, a su lado estaba otro hombre igual de viejo, pero con extraña vestimenta de color blanco. — Hola, venía a ver a nuestro patriarca, no lo esperaba aquí patriarca de la tribu tecnológica. Dijo garbanzo inclinándose ante los dos patriarcas reunidos. — ¿tribu tecnológica? Pregunto Camil entre susurros, Rogi contesto directamente. — Si, la otra tribu en el cuarto de al lado del nuestro, nunca he ido, pero dicen que el gigante de ese cuarto tiene muchas cosas electrónicas y varios computadores, los encogidos de esa zona tienen acceso a electricidad. — Hola, líder de los recolectores. Dijo el patriarca de la tribu computadora. — le traía noticias a tu patriarca, pero veo que vienes acompañado. — Si, son de la tribu original. Contesto garbanzo sin dejar de estar inclinado. — Eso explica su falta de ropa, son el único pueblo que evitar vestirse. Dijo el patriarca de las hormigas voladores de manera despectiva. — Mejor dime esa noticia que traes. aunque estén ellos aquí. — Por supuesto. Dijo el hombre irguiéndose más y soltó su noticia. — ya tenemos un método para comunicarnos con los gigantes. 4 Todos en la sala, Camil, Rogi, el patriarca de las hormigas voladores y garbanzo el líder de las hormigas recolectoras se quedaron atónitos. “ya tenemos un método para comunicarnos con los gigantes” había dicho el patriarca de la tribu computadora, el anciano se quedó con la cara sin expresión, esperando una respuesta. — Le advierto que, si es una broma, no lo tolerare. Indico el patriarca de las hormigas voladoras. — No le miento amigo, estoy de pueblo en pueblo avisándole a los demás patriarcas, en dos días nos reuniremos para decidir cuales serán las primeras palabras que usaremos para nuestro primer contacto. — ¿Y cómo lo lograron? Pregunto Camil interrumpiendo a los dos patriarcas, ignoraron su falta de respeto y el patriarca respondió. — El gigante de nuestra habitación tiro un teléfono móvil mientras dormía, necesitamos a todos los humanos encogidos de la tribu para moverlo, perdimos a algunos, pero por fin lo llevamos a nuestro pueblo escondido en una griega considerablemente grande de la pared, nuestros encogidos más expertos modificaron su interior, ahora podemos llamar a los gigantes. A cualquiera. — ¿Cómo sabes que funcionara la loca idea? Pregunto el otro patriarca. — Llamamos al gigante que vive en el cuarto del pueblo original, yo mismo dije “hola” y el Dios respondió. — Increíble. Susurraron todos y el patriarca siguió hablando. — Perdí a los hombres que venían conmigo, para ir de pueblo en pueblo, murieron entre los dedos del gigante que vino a la cocina hace algunas horas. Necesito que me proporcione a más hombres para seguir con mi viaje. — Yo iré personalmente señor. Dijo garbanzo inclinándose a los pies de sus patriarcas. — Te doy mi bendición y llévate contigo a las dos hormigas del pueblo original. Dijo el patriarca de garbanzo, Rogi se tragó sus palabras no podía decir que no a la orden de un patriarca. Luego de la plática, garbanzo se llevó a Camil y Rogi a su casa, donde lo esperaba la pareja de garbanzo, los dos hombres se fundieron en un gran beso mientras Camil y Rogi voltearon a otro lado incomodos. Como buena pareja, invito a los dos forasteros a entrar a la casa hecha de palillos usados, tan pronto como comieron algo de zanahoria y granos de azúcar, se durmieron, había sido una noche muy agitada y vieron morir a muchos. ------ Camil sintió una mano suave en su hombre, era garbanzo sonriéndole, le incito a levantarse, le guiño un ojo con picardía, garbanzo tenía algo en sus manos. — Se que los de tu tribu no usan ropa, pero te traje esto. Le mostro un taparrabos de tela doble y podía sujetarse con un botón hecho de madera delgada, estaba hecho con la distintiva tela negra de la tribu de las hormigas voladoras, a lo lejos vio a Rogi apoyado en la puerta de la casa, estaba sonrojado, también llevaba un taparrabos. El encogido agradeció el gesto y se lo coloco, se sentía menos incomodo, después de un buen desayuno, Garbanzo se colocó su ropa negra y su máscara sin olvidar su cinturón con los ganchos que lo caracterizaban. — Cuídate mucho, y aléjate de los despiadados gigantes. Dijo la pareja de garbanzo dándole un beso de despedida. — Ya te he dicho que no hables así de nuestros dioses, también ten cuidado amor. Camil, Rogi y Garbanzo caminaron para encontrarse con el patriarca de la tribu computadora y les sonrió al verlos. — ¿Están listos jóvenes? nos vamos a la tribu más cercana. Indico. — Señor ¿qué pueblo es? Pregunto Camil siguiendo al patriarca. — Bueno desafortunadamente ya pasé por tu pueblo, y otras dos, solo toca ir a la tribu del otro gigante. — ¿Disculpe usted sabe cuántos gigantes viven aquí? — Si hasta ahora fueron descubiertos 4 gigantes, el de ustedes: el pueblo original, el mío, el gigante sucio y adonde iremos, el gigante dueño de la casa. — ¿Cómo saben que es el dueño? — Fácil, es el primer gigante que los patriarcas vimos, los demás llegaron con el tiempo. Dijo el anciano. El sol le daba luz natural a la casa aparentemente vacía. Habían esperado que pasara la hora del desayuno o como los encogidos la llamaban, la hora mortal, habían perdido muchos allí, Camil y Rogi caminaban hasta atrás del todo y más adelante el patriarca de la tribu computadora y Garbanzo y otros tres soldados cubiertos de negro que no hablaban, solo marchaban. Al salir de la zona de la cocina, estaban nuevamente en la sala gigantesca, donde se divisaba un amplio llano y a lo lejos los sofás y el televisor, cerca del televisor estaba la puerta del cuarto del gigante dueño de casa. Su destino, el patriarca saco de su túnica un artefacto que intentaba ser cuadrado, pero estaba cortado a la fuerza, un trozo de vidrio con pequeños cables abajo. — Mi brújula indica que debemos ir en esa dirección. — ¿Eso es una brújula? Pregunto Camil nuevamente, su curiosidad hacia sonreír al patriarca. — Claro, mis hormigas la hicieron, se esfuerzan mucho para inventar cosas que nos hagan la vida más fácil aquí. Las hormigas caminaron casi al ras de las paredes, el tiempo pasaba y debían detenerse a descansar, todos se sentaron pegados a la pared para comer algo de las reservas. habían avanzado mucho. Camil podía ver a una distancia considerable, trozos de maní y una mancha ligeramente roja en el suelo, era la evidencia de la muerte de su compañero temporal Luis, que había muerto en la noche anterior, habían sucedido tantas cosas que Camil sintió que fue hace mucho tiempo, Rogi percibió su mirada triste y coloco una mano en su hombro desnudo. — Atentos. Dijo el patriarca Levantándose. Los soldados se pusieron en alerta, viendo a todos lados y haciendo un semicírculo alrededor de todo el grupo, apuntaron a sus lanzas esperando algo, el patriarca señalo hacia arriba. Una mosca los sobrevolaba haciendo círculos en el aire. Solo indicaba algo, quería algo de ellos, Camil detuvo su instinto de correr, la mosca del tamaño de una camioneta los miraba fijamente, nadie movía un musculo. Al mismo tiempo, varios temblores se dejaron sentirse y acto seguido un crujido grueso y lento. Un gigante abría la puerta de su cuarto y salía descalzo, el gigante salió del cuarto de los computadores, era el mismo de anoche, el de la barba que cubría su rostro y el tatuaje de infinito, Camil al verlo salir, se cubrió el dedo. Camil intento disimular y vio hacia atrás, donde el patriarca lo miraba fijamente, el anciano olvidando a sus dos amenazas le tomo la mano con fuerza. — ¿Qué ocultaste al ver al gigante? Pregunto a gritos, El patriarca no le dio oportunidad de defenderse, todos voltearon a ver la escena, el patriarca elevo la mano de Camil y estiro sus dedos a la fuerza, vio el tatuaje de infinito entre sus dedos. Si alguien conocía bien a los gigantes, era un patriarca, no necesito ver al gigante que pasaba por la sala con sus pies casi rosándolos. — ¡Tú tienes algo que ver en todo esto, estas vinculado a los gigantes! Antes de seguir la mosca aterrizo encima de todos. Camil salió disparado a hacia el lado derecho de mosca, y abrió los ojos, la mosca estaba encima del patriarca, estaba inmovilizado, la enorme trompa de la mosca lo rodeaba, lo analizaba, Camil seguía sujeto a su mano, que estaba más apretada que nunca. Rogi y los soldados venían al rescate de los dos, pero la mosca se adelantó, con la trompa succiono parte del cuerpo del patriarca, intentaba comérselo en un lugar más seguro, la mosca se elevó en el aire con el hombre en la trompa. Y Camil sujeto solo en su brazo. Si se soltaba, Camil moriría con la caída, miraba como rápidamente todo se alejaba de él, estiro su mano y se sujetó en una pata peluda y mal oliente de la mosca, el patriarca se agitaba como loco y Camil pudo soltarse para sujetar de ambas manos. La mosca voló sobre las piernas del gigante blanco, esquivo uno de sus pies y se elevó aún más, cruzando su bóxer morado y esquivando la enorme barriga blanca y peluda. Se elevó aún más, Camil pudo ver un ojo del gigante, eran de un verde pálido, pero estaba tan cerca que no podía ver el resto de la cara, la mosca aterrizo en la cabeza del gigante, donde había poco pelo, el gigante estaba quedándose calvo, aterrizo con tanta fuerza que Camil se soltó. Y vio de cerca a la mosca escupiendo al patriarca que se quitaba la baba de los ojos. Abrió los ojos solo para ver a la mosca colocando su trompa encima de él y escupiendo una baba negra, Camil grito del horror, el patriarca se estaba derritiendo enfrente de sus ojos. El patriarca entre gritos de dolor se disolvió en un líquido café, donde sobresalían sus huevos y su ropa. La mosca dejo caer la trompa y succiono los restos del hombre, Camil se levantó y a pesar de los temblores intento alejarse, una sombre lo cubrió algo venía desde arriba, vio y cielo mientras corría eran dedos enormes los que se acercaban, aterrizaron con fuerza, tanta que le dolió la cabeza a Camil. Abrió los ojos y enfrente de él, el tatuaje de infinito, afortunadamente había quedado entre los dedos del gigante, la mano subió y se alejó, la mosca estaba aplastada. La corriente de aire elevo el delicado cuerpo de Camil y poco a poco fue cayendo por la frente del gigante, Camil desesperadamente intento aferrarse a algo en la lisa y sudorosa piel de la frente, nada, pero algo A sus pies lo freno, una ceja. Se aferró a un pelo con mucha fuerza y desde allí vio hacia abajo, podía ver solo barba y a la lejanía los pies moviéndose, el gigante estaba en la cocina, buscando agua. Vio como la mano se acercaba con el vaso al rostro. Camil quería reír por el destino de los encogidos, el gigante había matado a muchos y sin darse cuenta. Así de miserablemente pequeños eran los encogidos. Un movimiento y ruido de satisfacción hizo que la ceja se moviera, Camil se soltó, y cayo a la pestaña donde con un parpadeo hizo que Camil cayera de nuevo, con gritos de terror Camil se fue a bajo, cerró los ojos esperando su muerte. Sintió el impacto con algo blando, el pecho, Camil, rodo y rodo como si tratara de un barranco interminable, bajaba a tal velocidad que le era imposible estabilizarse, Camil solo podía gritar hasta que algo lo detuvo, estaba mareado, cuando recupero sus sentidos, se dio cuenta del olor a humedad y podredumbre, había un agujero cerca de él, el ombligo, intento mover sus manos y sus piernas, pero no pudo. Se vio bien y estaba enredado en el vello cerca del ombligo, intento zafarse, pero no pudo, pero inmediatamente de congelo, si arrancaba un vello podía alertar al gigante y acabaría destripado entre sus uñas. Lo único que podía hacer, era gritar mientras miraba como el gigante regresaba a su cuarto. 5 El gigantesco hombre de barba tupida caminada con lentitud hacia su cuarto, sin percatarse que un diminuto Camil trataba de zafarse con cuidado de los vellos de su barriga peluda y tampoco se dio cuenta de que detrás de él, corría Garbanzo, Rogi y los otros tres soldados, para salvar a Camil Y al patriarca. Desconocían que el pobre patriarca ya había muerto de manera grotesca, si bien los gigantes eran un problema, muchos habían muerto a manos de insectos, simplemente no estaban hechos para ese mundo, el gigante cerro tras de sí la puerta. Rogi y los demás aun llevaban un cuarto del camino, tardarían horas en llegar, Camil atorado en la barriga tuvo una vista en primera persona del cuarto, el lugar era grande para una habitación normal, a lo lejos había una puerta con baño exclusivo para el gigante, un televisor, una ventana amplia. El piso reluciente y dos cosas cortaron la respiración de Camil, otro gigante delgado y de piel blanca descansaba en la cama, y le sonrió al otro gigante, dijo algo, pero las palabras sonaban como rugidos lentos a los oídos de Camil. El gigante en la cama se abrió de piernas y se quitó su ropa interior aparentemente femenina para dejar ver un pene erecto y listo para la acción. Camil trago saliva, imagino que abría contacto cuerpo con cuerpo y eso era malo para él, no quería quedar destripado entre el roce de sus cuerpos. Pero olvido eso, cuando a lo lejos en una cómoda, vio algo que le corto la respiración, era una foto suya, una foto de Camil descansaba en la cómoda, en la foto lucia menos sucio y tenía una hermosa camisa de color rosa que combinaba a la perfección con su cabello castaño, nada que ver con el actual y lastimado Camil, en la foto no estaba solo, estaba un hombre blanco de barba inmensa y con calvicie incipiente y enormes ojos verdes. Sin duda era el gigante en el que estaba atorado. Luego giro su mirada y grito al ver como una panza plana y blanca se acercaba a él pero se detuvo en el último segundo, la piel del otro gigante le presionaba el rostro con la piel del gigante en el que estaba atorado, la cabeza le daba mil vueltas, los gigantes se les hacían muy familiares pero se frustro al no encontrarlos en su memoria, decidió centrarse en salvarse, vio hacia arriba donde los gigantes tenían los rostros pegados, seguramente besándose, aprovecho el momento y encogió los brazos, arrancando los vellos en lo que estaba atorado, como imagino, el gigante ignoro los vello arrancados, Camil dejo salir un grito, empezó a caer entre las dos pieles que poco a poco dejaban salir gotas de sudor por sus poros, aterrizo en el bosque de vellos pero no sabía de quien eran, si del gigante delgado o el gigante con barba. Camil se sujetó de los vellos más gruesos que encontró, sintió como si estuviera en un juego mecánico, dio varias vueltas antes de sentir un fuerte terremoto, el gigante se había acostado en la cama por completo, una sombra lo cubrió, un pene blanco empezaba a elevarse en el cielo, Camil vio con terror el paisaje y corrió en dirección contraria, hacia el hombre, esta piel era blanca, imagino que estaba en el cuerpo del gigante más delgado, volteo hacia atrás y más allá del pene, estaba el vientre del otro gigante, el gigante de barba estaba a punto de penetrar al otro gigante. Una mano aterrizo cerca de Camil, cerró los ojos esperando su muerte, pero tuvo suerte de quedar entre los dedos, agradeció su tamaño, cuando intento correr, un dedo se le acerco por detrás y lo empujo. Camil empezó a caer colina abajo por el abdomen del gigante, pensó que iba a caer en la cama, pero ambos gigantes estaban al ras de la cama, Camil iba directo al suelo. Rápidamente Camil cayó al suelo, en algo blanco y algodonado, un calcetín caliente y con un ligero olor a sudor, como pudo intento bajar sin que sus pies se enredaran en el tejido del algodón y por fin estaba en el suelo de madera pulido, repentinamente algo sacudió el suelo, un pie descomunal y lleno de vello aterrizo cerca de él, el gigante con barba había bajado el pie, Camil comenzó a correr en la dirección contraria pero otra sombra lo cubrió nuevamente, el otro pie venia hacia él, Camil instintivamente se acostó en el suelo, y dejo salir un grito desgarrador, el pie venía a gran velocidad y aterrizo sobre él. El gigante se había incorporado para penetrar al otro gigante delgado. Los empujones masivos habían comenzado. Camil intento abrir los ojos, había poca luz, estaba atorado y afortunadamente estaba presionado contra el arco del pie del gigante, un poco más y moría, solo sentía la enorme presión que no lo dejaba respirar, el olor y el sudor emergiendo hicieron que Camil lloraba por no saber qué hacer, no tenía otra opción que quedarse allí, esperando la muerte pero escucho un ruido lejano, una cabeza se miraba entre el hueco que el pie dejaba entre el suelo y la piel, la cabeza miraba a Camil con curiosidad. — ¡Sigue vivo! Grito la cabeza al otro lado y desapareció, acto seguido otras cabezas de asomaron. — ¡Increíble sí que tiene suerte ese encogido! Camil solo miraba los pies descalzos pasando por el hueco, moviéndose y buscando algo para sacarlo. — ¡Hey tú, forastero! ¿puedes moverte? ¿O tiene el resto del cuerpo aplastado? — No, no está aplastado, solo atorado. — Puedes mover la mano. — Si una mano. — Está bien ya te vamos a salva… El pequeño que hablaba vio hacia arriba, un temblor sacudió el pie donde estaba atorado Camil, quien grito porque sintió una presión más fuerte en la mitad de su cuerpo atrapada, un poco más y quedaría molido. Rápidamente sintió una mano encima de la suya, Camil abrió los ojos y dos pequeños estaban adentro del hueco quienes jalaban hacia afuera a Camil poco a poco esta salió del todo y se dejó caer encima de sus salvadores. — Hola, bienvenido al mundo de los encogidos, tuviste un mal en encuentro con nuestro Dios y su nuevo novio, un placer soy Milo. Dijo uno de los hombres que estiro su mano para ayudar a incorporar a Camil. Los hombres tenían taparrabos color amarillo, cada tribu o pueblo de esa casa usaba ropa diferente. Rápidamente Milo dejo de sonreír y soltó la mano del pequeño Camil y lo vio de pies a cabeza como si fuera un insecto asqueroso. — Tu eres el gigante de la foto… el que está al lado de nuestro Dios. Dijo el hombre señalando a Camil de forma acusativa. Camil retrocedió con miedo, varios hombres hacían un semicírculo alrededor de Camil, viendo y comprobando que las acusaciones eran ciertas. Frente a ellos estaba encogido uno de los gigantes. — ¡Tú eres ese gigante! El que siempre se acostaba con nuestro Dios! Tu eres el que destruyo nuestro primer pueblo. Dijo Milo que aparentaba ser el líder de los recolectores de esa tribu, el hombre sujeto del brazo a Camil y lo acerco a su cara. — ¡¿acaso sabes cuantos de mis hombres murieron ese día?! — ¡No sé de qué me habla! Dijo Camil que dejo salir un grito cuando el hombre enojado lo empujo y el pobre Camil aterrizo de boca contra la madera del piso. Milo sin dejar de ver con ojos de furia a Camil, saco un objeto similar a un boomerang, pero con la punta afilada, preparado para apuñalar a Camil, los pies del gigante se movieron de manera anormal, los dedos del gigante se apretaron, los pequeños alrededor vieron al cielo con terror, las uñas de los pies del gigante rasparon el suelo, el gigante apretaba los dedos, un movimiento característico de un buen orgasmo. Escucharon un rugido distante pero fuerte. — ¡Corran! Dijo Milo, El encogido sabía lo que se avecinaba, volvió a mirar a Camil y lo sujeto del brazo otra vez. — y a ti ¡te matare en el pueblo para que todos lo vean! Cuando dijo esto. Arriba en el cielo los testículos del gigante se comprimieron, y el tronco del pene se agito, de la nada algo salió de entre las inmensas nalgas del otro gigante, varias gotas de un líquido espeso, blanco y caliente bajaron a gran velocidad, a pesar de que Milo y Camil corrían veloces, las gotas los alcanzaron. La enorme ola pegajosa hizo que los dos hombres se soltaran, Camil era incapaz de ver o siquiera tragar eses grueso líquido. Se asfixiaría de no buscaba un modo de salir a la superficie. Agito los brazos y su cabeza salió a la superficie, abrió los ojos y también trato de respirar. Camil estiro lo brazos gritando, en el líquido seminal, flotaba un hombre con los ojos semi abiertos, varios no había lo grado escapar y ya se habían ahogado. Rápidamente sintió como algo le jalaba el cabello. — ¡No escaparas maldito, también estas muertes son tu culpa, debimos dejarte morir bajo el pie de nuestro Dios! El hombre lo tenía sujeto, ambos encogidos chocaron una pared de piel dura, era el talón del gigante, Milo se sujetó de una de las grietas del pie dura del talón del gigante, y no soltó a Camil que seguía sujeto de su cabello. — ¡Suélteme yo no hice nada malo! — Silencio, ¡tú mataste a mi pareja con tus dedos y el destino te entrego como regalo! Grito Milo que escalo con su fuerza llena de furia el enorme talón y se apartó como pudo del líquido seminal, desde esa distancia pudo ver tres cuerpos flotando en el insignificante charco, que no tardaría más de 5 minutos en ser un estanque de semen seco. — Tres, tres de mis hombres murieron. — ¡Suélteme, enserio no hice nada! El hombre ignoro la súplica de Camil y lo arrastro lejos del pie y el charco donde todavía flotaban los cuerpos, ambos estaban solos, cuando el hombre vio que estaban a una distancia segura, cerca de un mueble. En el piso, cerca de ellos, descansaba un paquete descomunal de un condón con el lubricante seco Milo soltó a Camil al estar aparentemente solos. — ¿Enserio no recuerdas tus matanzas, maldito gigante? — No sé qué habla, solo aparecí en la sala sin mis recuerdos. Camil lloraba por el miedo de morir a manos del hombre, varios segundos de miradas intensas después Milo hablo: — Mientes ¿quién olvidaría las muertes que provoco? — Pero yo… — ¡Silencio! grito el hombre abofeteando a Camil, se incorporó y se quitó su taparrabos amarillo, sin dejar de ver a Camil con rostro furioso, al quitárselo pudo ver un pene colgante que poco a poco iba creciendo frente a los ojos de Camil. — Antes de matarte, te usare, vengare todos esos días sin pareja. Dijo el hombre que seguía sin sonreír se acercó a Camil, que, de manera patética, intento defenderse, Milo beso el cuello de Camil. — Que privilegio, usar a un gigante, quien lo diría. Dijo el hombre acercando su palpitante pene cerca de Camil, con dedos agiles Milo soltó el taparrabos de Camil, el pene del hombre se acercaba a las pequeñas nalgas de Camil. — ¡Noooo! Dijo Camil al sentir que la cabeza del pene del hombre estaba a punto de entrar a su ano, pero el hombre detuvo, el hombre cayó encima de Camil, inconsciente. Camil abrió sus ojos llorosos y lo primero que vio fue a alguien a quien consideraba amigo en esos tiempos tan confusos, estaban Rogi con un trozo de madera en las manos, había noqueado al hombre que pretendía hacerle algo malo a Camil y cerca de él estaba garbanzo con la respiración agitada. — ¿Estás bien, no logro hacerte nada? ¿Llegamos a tiempo? Pregunto Rogi dando la mano para que se levantara. Camil salto para abrazar a Rogi y este le devolvió el abrazo con uno más fuerte, atrás miraba a los lejos al gigante subiendo a la cama otra vez, imagino como ambos gigantes estaba acostados en la cama descansando e ignorando a cuantos habían matado simplemente por tener sexo, el rostro de garbanzo apareció en su campo visual. — Imagino que el patriarca de la tribu computadora no logro salir ileso. Dijo garbanzo en forma de pregunta. Camil y Rogi se separaron. — No, lastimosamente lo mato la mosca. — Entiendo, tenemos que llevar la desgarradora noticia a su pueblo, pero primero tenemos que ir a la tribu de este cuarto, los tres soldados que venían con nosotros nos están esperando allá, ellos tan dando la notica de la reunión de patriarcas. Mientras caminaban, Rogi detuvo a Camil. — Antes de seguir, primero respóndenos algo importante Camil. Rogi lo vio fijamente. — ¿de que hablaba el patriarca? ¿es cierto que tienes alguna relación con el Dios de este cuarto? y más importante ¿porque ese hombre quería matarte y usarte? ¿Él sabía algo verdad? ¿quién eres en realidad? Camil trago saliva, vio Rogi y garbanzo frente a él, esperando una respuesta, no lucían furiosos, sino curiosos y hasta preocupados, lastimosamente Camil sabia tanto como ellos, pero decidió confesarles su teoría, algo que sonaba menos descabellado en cuanto más lo pensaba, todas sensaciones de que conocía las cosas no eran simples coincidencias. — No lo sé, no sé quién soy y por qué estoy aquí, pero por todo lo que vi y escuche hoy, llegue a una conclusión, creo que soy el ex novio de ese gigante en la cama. 6 Camil les había revelado su teoría, pero Rogi a pesar de las evidencias no lo quería creer y garbanzo concluyo lo mismo que Rogi, a pesar de eso, decidieron ir al pueblo en el mismo cuarto del Dios dueño de la casa, el pueblo estaba ubicado bajo la cama, por consiguiente era un pueblo acostumbrado a la oscuridad y olor a humedad, habían luces débiles producidas por los hongos que los pequeños cultivaban, todos los encogidos de esa tribu portaba ropas amarillas, un tipo de taparrabo y una camisa, eran los únicos que usaban zapatos de tela por el frio del piso. Rogi, Camil y Garbanzo recibieron un par de zapatos cuando se presentaron ante el patriarca de ese pueblo, para sorpresa de Camil, el patriarca era joven, de unos 30 años por su aspecto y tenía el mismo trono y hombres rodeándolo como los demás patriarcas, Garbanzo de arrodillo y le conto el plan del difunto patriarca, acto seguido le conto la historia con Camil, de su teoría de ser un antiguo gigante y el causante de la destrucción del primero pueblo, el patriarca miraba a Camil con detenimiento cuando escuchaba la historia, podía ser su sentencia de muerte, pero garbanzo era fiel a los patriarcas, acto seguido, Garbanzo conto como una de sus hormigas intento abusar de Camil, el patriarca exigió de inmediato el nombre del encogido, Camil dijo su nombre “Milo” — Increíble, el líder de mis hormigas recolectoras rompió nuestra regla más preciada, nada de sexo forzado, todo debe ser consentido. El patriarca chasqueo los dedos y dos soldados altos y musculosos aparecieron. — busquen a mi líder Milo y enciérrenlo, tendrá la sentencia más grave de nuestro mundo y todos lo presenciaremos para dar una lección a nuestro pueblo. Luego de que los soldados corrieran a la salida del pueblo, el patriarca giro la cabeza para ver nuevamente a Camil. — ¿Sabes por qué me veo tan joven siendo un patriarca? — No lo sé. Dijo Camil con pánico, no estaban solos, se había acercado todo el pueblo a presenciar el rostro de Camil, tenía más de 20 pares de ojos viéndolo. — Nuestro antiguo pueblo estaba perfectamente ubicado cerca de la puerta, abajo del mueble de madera donde nuestro Dios coloca los zapatos, fue hace 2 años, pero todavía lo recuerdo muy bien, escuchamos un enorme estruendo, y luego luz, alguien estaba moviendo el mueble, aparentemente el gigante que movió el mueble estaba buscando algo y tenía la cara tan cerca del suelo que directamente nos vio, era tu rostro, lo recuerdo bien, te quedaste allí, viéndonos directamente luego acercaste más el ojo, nuestro patriarca salió de su casa y estiro los brazos, pensó tontamente que eras nuestra salvación, luego, un dedo, un dedo con un tatuaje de infinito se acercó, cuando el patriarca se dio cuenta era demasiado tarde, intento correr pero acabo en tu dedo, los destripaste con tanta facilidad, cuando vimos eso creímos que era el fin del mundo, corríamos en todas las dirección, y ya no era uno de tus dedos, toda la palma apareció para derribar casas, tu mano estaba manchada de rojo, cuando te la viste, te detuviste, y llamaste a nuestro dios, el acerco el rostro también, y sus dedos aparecieron, dos manos destruían y mataban; decían cosas pero obviamente no tenemos el privilegio de escuchar sus palabras, ahora, adivina cuantos sobrevivimos ese día. — ¿Cuantos? Pregunto Camil tragando saliva. — Solo 8 de 40 encogidos, nuestro pueblo era más numeroso que el pueblo original. — Yo no lo sabía. — Eso lo sabemos, llegaste como todos, con la memoria borrada, eso aligera tu castigo, no te mataremos todavía, eres lo más cercano a una respuesta que tenemos, por ahora estas bajo nuestra custodia, no me importa que pueblo te acogiera, eres nuestro ahora, entendido. — Entendido señor, y no se sirve de algo, pero quiero disculparme, no sé si estaba consciente de lo que hacía, pero quería hacerlo, perdón perdón. — No sirve de nada, pero es algo. Ahora descansen, en un par de horas ejecutaremos al encogido que rompió nuestra regla más sagrada y después partiremos a esa gran reunión de patriarcas y tu vendrás con nosotros, los demás patriarcas necesitan verte. Después de esa historia, Camil estaba moralmente agotado, se sentía mal y lo peor de todo es que su falta de memoria no le permitía tener respuestas, todo le daba vueltas, fueron llevados a una cabaña solitaria que estaba custodiada por tres soldados, para que Camil no olvidara que no era un invitado si no un prisionero con privilegios. — Camil ¿todo bien? Pregunto Rogi, acercándose a la esquina donde fingía estar dormido, Camil rápidamente se secó las lágrimas. — No Rogi, nada está bien, aparentemente soy un monstruo. — Tranquilo, no sabías lo que hacías, ven. dijo Rogi de forma baja y a pesar de que Camil no se acercó, Rogi pego su cuerpo a la espalda de Camil y lo abrazo, Camil aflojo los músculos y sintió la piel de gallina, las manos cálidas de Rogi lo aliviaron y cerró los ojos para dejarse llevar, abrió los ojos cuando sintió un beso detrás de su oreja. Camil rápidamente se giró. — ¿Qué haces? Tú ya tienes pareja. — Un beso no es nada comprometedor. Dijo Rogi que le dio un último beso en la mejilla. — duérmete. Camil le hizo caso y con el calor del cuerpo de Rogi se durmió. Luego de un descanso que todos necesitaban Garbanzo, Rogi, Camil y los tres soldados de la tribu cocina fueron escoltados a la salida, donde los esperaba el patriarca que estaba rodeo de dos hombres musculosos y los tres estaban armados con los boomerangs afilados, cerca de él, estaba de rodillas Milo que estaba amordazado. Toda la tribu apareció detrás del grupo. — ¿Descansaron? Pregunto el patriarca que coloco un pie en el rostro de Milo. — Sí señor. Respondió Garbanzo. — Bien vamos, toda la tribu ira, cuando ejecutemos a milo, el pueblo regresara aquí nuevamente, los forasteros y yo nos marcharemos la gran reunión. Grito el patriarca con su tronadora voz. Marcharon en fila india, como hormigas bien organizadas y a la cabeza iba Camil cerca del patriarca, cada vez que se miraban al patriarca se le formaba una sonrisa, Camil no entendía como era tan amable, tenía que odiarlo profundamente, no sonreírle. La fila de hormigas salió de debajo de la cama, siempre a las orillas, pegados a la pared, a los lejos podían ver a los gigantes caminar por el cuarto, uno de ellos encendió la televisión, los encogidos no escuchaban nada reconocible, solo ruidos ensordecedores, ambos gigantes saltaron a la cama para descansar, podían ver los pies que sobresalían de la cama. Camil vio los dos pares de pies y le llego un sentimiento de nostalgia como también hacia los mismo hace mucho tiempo, pero no lo recordaba. Después de una hora de caminata, Camil quería descansar, sus piernas aún no se acostumbraban a las interminables caminadas alrededor de la casa, hubiera agradecido ser un poco más grande, así acortar el camino, después de salir del cuarto, el patriarca levanto la mano en señal de precaución, señalo a la derecha, a lo lejos todo el grupo vio a un gigante sentado en el sofá, como era costumbre no podían verle el rostro, solo sus inmensas piernas y torso pero nada más allá, eso les daba más aspecto divino y aterrador. — Desde este punto solo irán mis tres soldados, el que será ejecutado y nuestros invitados, el resto puede marcharse, por motivos que el gigante aparentemente está despierto. Indico el patriarca señalando los pies del gigante que se movían paulatinamente, el resto de hombres del pueblo, retrocedieron y volvieron a entrar al cuarto. Quedando solo el grupo de Camil y el patriarca con los tres guardias aferrando a Milo. Camil se sorprendió porque el prisionero no se resistía ni un poco, el patriarca chaqueo los dedos y todos retomaron su camino, en línea recta hasta el sofá donde descansaba el gigante, que miraba algo en la televisión, algunas veces el gigante movía sus inmensos pies o solo algún dedo, los enormes manos del gigante se movían, la mayoría de veces para acomodarse los testículos dentro de su short deportivo negro. Al llegar cerca de los pies, el patriarca de manera disimulada, se cubrió la nariz, el olor a sudor de los pies era bastante insoportable, los soldados sin mediar palabras se acercaron a un hueco entre los dedos y colocaron a milo pegado a la suciedad de la piel, milo estaba amarrado de manos y pies, el prisionero movió la espalda y con terror comprobó que estaba pegado a la suciedad entre los dedos del gigante, un solo movimiento de los dedos y quedaría molido. — No creo que sea justo. Dijo milo con sudor en la frente. — Las reglas son las reglas milo, debes pagar. Dijo el patriarca desde una distancia considerable. — También hagan pagar al gigante, usted recuerda todo lo que nos hizo, debería ser el primero en morir. — No me alces la voz, soy tu patriarca. Yo tengo planes para este pequeño, pero no es asunto tuyo. Algo a lo lejos detuvo la conversación, unas voces, varias voces confundidas. Todos miraron hacia las voces, eran por lo menos 5 jóvenes, todos con la mirada confundida y desnudos. — ¿Hola? Dijo uno de ellos. — Hola. Respondió el patriarca alejándose de los dedos del gigante donde estaba milo. — Estábamos afuera en el pórtico, haciendo trucos con las patinetas y aparecimos aquí sin ropa. Dijo otro de los jóvenes confundido viendo a los hombres con ropa casi primitiva, Camil levanto la mano saludando con preocupación. el patriarca puso cara de auténtica preocupación, pero no se acercó a lo jóvenes, los miro desde una distancia prudente. — ¿Cómo recuerdan ustedes que estaban afuera? — ¿No deberíamos acordarlo? Nos explican cómo llegamos aquí y ¿porque todo es tan… grande? Dijo uno de los jóvenes. El patriarca les ordeno que se acercaran con el pensamiento de llevarlos al pueblo, eran recién llegados con memoria, gente valiosa. — Es curioso que tengan memoria ¿qué está sucediendo? Dijo Rogi frente a Camil. — es más, desde que llegaste tú, no hubo nuevos encogidos aparte de ti. Concluyo Rogi tocando el hombro de Camil. — Bien pensado, buena deducción, algo importante está pasando y todo tiene que ver con Camil. Dijo el patriarca. — Estoy tan confundido como ustedes, lo juro, no sé qué pasa. Antes de que los 5 jóvenes confundidos llegaran al patriarca, una sombra los cubrió, los jóvenes miraron hacia arriba al unísono y solo les dio tiempo de gritar por el pánico, un inmenso pie aterrizo encima de ellos matándolos al instante, el crujir de huesos y salpicaduras de sangre fue una pesadilla, en el otro pie, los dedos se cerraron, milo grito, las paredes de carne se cerraban y también su cuerpo crujió, dejándolo como carne molida, los dedos se volvieron a abrir, el cuerpo de milo no se reconocía. El patriarca, sus soldados, Garbanzo, Rogi y Camil, corrieron como pudieron, al ver que los pies se movían acaloradamente, antes de llegar bajo el sofá, Camil vio hacia arriba un último segundo, se le helo la sangre, vio el rostro del gigante, y no solo eso, el gigante lo seguía con la mirada, lo había visto. Al llegar a zona segura bajo el sofá, el gigante movió los pies, pudieron ver los restos de los pobres jóvenes. No quedo nada reconocible de ellos, después de varios terremotos alrededor, unos dedos de la mano aparecieron en el piso y luego otra mano, el grupo estaba tenso, no sabían lo que el gigante hacia y luego un rostro gigante, unos ojos azules monstruosos miraban fijamente al grupo, fueron descubiertos, ahora les tocaba rezar, si los confundió con insectos o si vio a pequeños humanos. 7 Parecía una eternidad, los encogidos bajo el sofá se movían de manera lenta, para tratar de ocultarse entre las bolas de pelo o la basura variada acumulada por meses sin limpieza. El ojo del gigante seguía mirando fijamente como se movían los encogidos, el patriarca era el más cercano al ojo, luego un movimiento del suelo alarmo a los pequeños, el gigante movía sus brazos, se acomodaba en el suelo y lo hacía temblar todo, una mano apareció frente al rostro gigante dos dedos se preparaban para alcanzar al patriarca, el hombre grito con todas sus fuerzas y comenzó a correr a la dirección donde estaba los demás encogidos, los gigantescos dedos encendían el terror en los pequeños, los enormes dedos doblaban el tamaño de pobres humanos pequeños. — ¡Yo lo protegeré! Grito uno de los soldados, que corrió y salto para interponerse entre el patriarca y los dedos del gigante, el soldado sujeto su arma y se preparó, como lo esperaba, el gigante rodeo al pequeño, rápidamente quedo entre dos muros de carne, entre los poros de los dedos del gigante salían gotas de un líquido, era sudor, el rostro del pequeño rápidamente quedo cubierto por ese líquido y le entro a los ojos, el pequeño grito por la sal del sudor del gigante, sin saber dónde apuntaba, comenzó a mover su arma para herir la piel del gigante. Camil y el resto de encogidos miraron con horror, como el arma no le hacía nada a la gruesa piel del gigante, El arma era filosa pero únicamente rebotaba en la piel del gigante, de manera lenta el gigante saco los dedos fuera del sofá, solo miraba como el pequeño era llevado hacia afuera, el soldado sintió el movimiento así que soltó su arma, y trato de limpiar sus ojos, de manera borrosa vio el rostro del gigante, uno de los ojos del enorme hombre examinaban al pequeño, el gigante rugió, aparentemente decía algo pero los pequeños no lo escuchaban. Desde su escondite, los pequeños miraban como el gigante movía sus dos dedos girando el cuerpo del pequeño, lo examinaba de arriba, abajo, pero acto seguido el gigante se detuvo. Segundo después presiono al pequeño, al pobre diminuto no le quedo tiempo de gritar, quedo fácilmente destripado entre los dedos, el gigante separo los dedos y los demás encogidos vieron las vísceras y restos del encogido. el gigante volvió a chocar los dedos y los empezó a frotar, haciendo que los restos del pequeño se volvieron una masa de carne roja en forma de bola. El gigante la precioso en el suelo, haciendo desaparecer los restos del soldado entre la suciedad. A Camil se le revolvió el estómago, el gigante se incorporó y poco a poco vieron cómo se alejaba y regresaba a su cuarto, era el gigante del pueblo original, a lo lejos se escuchó como se cerraba la puerta. — Ese soldado será honrado. No merecía morir así. Dijo el patriarca. Que continuo su marcha, los demás pequeños lo siguieron desde atrás. El grupo tenía la moral baja, caminaban sin muchas ganas, pero siempre de manera apresurada, a pesar del miedo, tenían ganas de llegar de manera rápida a la gran reunión de los patriarcas, que sería esa misma noche. El sol dejaba ver tonos de color naranja, el sol se ocultaría pronto, afortunadamente faltaba poco para llegar a la tribu computadora, imaginaban que estarían de luto por la pérdida de su patriarca. Camil le dolía el estómago al recordar como una mosca lo había matado sin mucha dificultad, Camil sintió una mano en la suya, levanto la vista y vio a Rogi, sujetándolo, le sonrió, Camil se sonrojo y apretó la mano de Rogi, se sintió un poco mejor al respecto. ------------ A lo lejos vieron la parte baja de la puerta del cuarto donde dormía el gigante con varias computadoras, no era nuevo que su cuarto estaba lleno de tecnología. Antes de entrar, vieron a dos hombres altos con túnicas blancas, eran soldados de la tribu computadora, alzaron las manos para detener a los forasteros. — ¿Que los trae a las fronteras de nuestro mundo? — Soy el patriarca de la tribu del dueño de la casa, vengo a la reunión. — Los esperábamos. Dijo el soldado apartándose. Al cruzar la parte baja de la puerta, todos los encogidos menos el patriarca, se sorprendieron, cuarto del gigante era amplio una cama al fondo, tres CPU y tres monitores apagados, un televisor en la pared y varios aparatos en la mesa de noche cerca de la cama. Camil pudo recordar ese tipo de artículos, pero no sabía si había tenido uno alguna vez, eran aparatos de reconocimiento de voz, como ziri o google asistente, pero no fue eso lo que sorprendió a los encogidos. El cuarto completo estaba enteramente invadido por pequeños encogidos. Eran centenares y caminaban como si nada por el cuarto, incluso descansaban encima de enormes botas negras o caminaban por debajo de las suelas. El cuarto estaba bien iluminado. A las orillas de la mesa de noche, había una montaña de azúcar y una montaña de caramelos que nadie supo reconocer. — ¿Porque tiene tanta comida y andan libremente? Pregunto Camil y Rogi casi al unísono. — ¿No lo saben? Pregunto Garbanzo acercándose. — el gigante de este cuarto no daña encogidos. Por eso es que son tantos, los pequeños aquí no mueren. Por eso casi no dejan entrar a nadie. Patriarca era bastante quisquilloso cuando un nuevo encogido entraba. — No lo sabía. Parece un sueño vivir en un cuarto donde los encogidos no mueran. Digo Rogi. — Si, muchos de mi tribu intentaban fugarse y venir aquí, pero siempre eran regresados. Al caminar hasta la pared del otro extraño de la entrada, vieron chocas en fila, como si fuera un vecindario, todos a plena luz del día, sin temor a que fuera destruidos, en una de las chocas, la más grande, salieron 3 hombres bastante mayores, uno de ellos, iba desnudo por completo, era el patriarca del pueblo original, el hombre mayor vio a Rogi, Camil y les sonrió, pero acto seguido se borró la sonrisa. — Como se atreven mis hormigas a usar ropa, que falta de respeto. Dijo tocando la ropa de Rogi. — Déjalos, no los regañes, han vivido mucho. Interrumpió el patriarca que venía con ellos, el patriarca más joven de todos, por cierto, ya tendrán la mala noticia… — Si, el patriarca de esta tribu murió, los líderes de esta tribu están decidiendo quien será el nuevo patriarca. Dijo el patriarca de la tribu de las hormigas voladoras, ahora los 4 hombres tenían la intención de entrar a la choza donde se hablaría. Detrás de ellos entro Camil, Rogi y Garbanzo, los patriarcas se acomodaron en el suelo y ellos parados lejos del circulo que habían formado los ancianos. — ¿Qué hacen estos aquí? Dijo el patriarca desnudo. — Tienen que saber algo. Dijo el patriarca de la tribu del dueño de la casa, se acomodó y comenzó a hablar, los patriarcas miraron sin parpadear. — tal vez no lo reconozcan, pero este es Camil, era la antigua pareja de nuestro gigante. — ¿El gigante que destruyo tu pueblo y mano al patriarca original? Dijo otro patriarca, los 3 ancianos tenían rostro de pánico. — Debe morir, es obvio ¡Por nuestra propia mano! Dijo el patriarca desnudo. — Claro que no. Dijo el patriarca que contaba la historia. — si permitimos que él hable a los gigantes talvez lo reconozcan y los gigantes estén dispuestos a ayudarnos. — Tienes razón. Dijo otro patriarca, todos miraban a Camil con ojos de furia y asco. — Después pueden castigarlo si desean, pero por ahora nos es útil. Termino diciendo el patriarca. — Bueno, ya que tenemos al que hablara, viene lo más importante, ¿qué le diremos al gigante con el que nos comunicaremos? Los 4 patriarcas se vieron sin decir nada, todos tenían miedo de decir algo, lo que se hablara tenía que ser importante, podía ser su salvación o su perdición. — ¿Y si decimos un simple “hola”? Dijo alguien desde la puerta de la choca, era un hombre delgado y vestido de blanco. — ¿Cómo te atreves a interrumpir a tus lideres? Dijo el patriarca desnudo, que era el más colérico. — Acaban de votar, yo soy el nuevo patriarca de la tribu computadora, me eligieron por ser el más elocuente, así que, digo que un simple hola sería bueno, después nosotros nos guiaremos. Es esencial, decirles que estamos en peligro en su casa. Que somos cientos y cientos de seres humanos que de algún modo acabaron en esta casa y no tenemos memoria. — Parece demasiado fácil si lo dices así. Dijo otro patriarca. — Es fácil ¿que más nos queda? no podemos perder nada más. El patriarca joven y nuevo miro a Camil, y le guiño un ojo, se incorporó y camino a la salida, vio hacia atrás y hablo: — Vengan conmigo, los llevare a ver el aparato que construimos. Indico el patriarca con mucha confianza, como si llevara años siendo patriarca. Todos siguieron al nuevo patriarca, por el amplio cuarto, pasaron varias cosas donde los encogidos vestidos de blanco sonreían o comían. Como si todo estuviera bien, los forasteros estaban acostumbrados a rostros afligidos, siempre viendo hacia arriba, rogando porque un pie gigante no se precipitará sobre ellos, al llegar una considerable grieta que conectaba la pared y el suelo por lo menos 6 hombres grandes se apartaron dejando entrar al grupo. Camil vio la enorme cueva vacía. — Antes mi tribu vivía aquí, pero somos tantos que no nos quedó de otra que vivir afuera, aquí solo puede estar el enorme teléfono. El gigantesco aparato ocupaba todo el espacio en la enorme cueva, pero teléfono ya solo era puros cables y sistemas internos, la carcasa y la mayoría del cristal había sido retirado, era una montaña de cables y una batería, varios encogidos vestidos de blanco seguían retirando restos de la carcasa que cubrían el teléfono. En una esquina, unas luces alertaron el grupo. — Allí está la bocina y el sistema para comunicarnos con los gigantes. En la esquina había una mesa improvisada con los restos de cristal y torpemente había un cristal donde podían ver números borrosos donde tenían 4 nombres, cuando Camil los vio, algo llego a su memoria, sentía conocía esos nombres. Intuyo que eran de los gigantes, pero no sabía cuál era cual. — Bien, tenemos el número de los 4 gigantes, pretendíamos llamar a nuestro gigante, pero no sabemos cómo se llaman, tenemos que llamar uno por uno. — ¿No será arriesgado? Indico uno de los patriarcas. — No nos queda de otra. Dijo el patriarca joven. El patriarca giro su cuerpo y vio directamente a Camil, le sonrió y tomo su mano con fuerza, lo acerco a la pantalla de cristal roto y luego el patriarca se alejó. — ¿Tan pronto? Pregunto el patriarca desnudo. — ¿Qué más podemos perder? Dijo el patriarca sin dejar de sonreír. Camil vio la pantalla frente a él, quería seleccionar al correcto, tenía que llamar al gigante de la tribu computadora, toco el tercer nombre. Y algo vibro en la cueva, la llamada estaba entrando, luego de unos tonos, una voz masculina retumbo alrededor como si fuera un poderoso Dios hablando. — Hola. Dijo la voz masculina al otro lado. — Ho… hola… — Conozco esa voz. Indico el gigante al otro lado de la llamada. — ¿Camil? ¿Eres tú? Camil se alejó del aparato, lo habían reconocido por la voz, quería dejarse caer, le temblaba todo el cuerpo, esa voz le era familia. — Eres… eres el gigante… digo. El que vive en el cuarto de computadoras. Dijo Camil repitiendo lo que le indicaban los patriarcas. — ¿Gigante? ¿De qué hablas? Soy yo, Jonathan, ¿no me digas que te olvidaste de mí? ¿Dónde estás? Desapareciste hace semanas. — ¿Yo… no recuerdo quien eres…? El patriarca se acercó a la pantalla y aparto de Camil, el patriarca colgó. — No es nuestro gigante, el siguiente. Concéntrate Camil. Dijo el patriarca vestido de blanco, nuevamente sonreía a Camil no le surgía ninguna confianza. Camil se quería apartar, ya no quería seguir, sentía como los recuerdos querían salir de su cabeza, hacerlo explotar, todo le daba vueltas, el patriarca toco otro nombre en la pantalla. Sonó varios segundos y otra voz masculina resonó en la cueva. — ¿Hola? Quien habla y porque tienes el teléfono que perdí hace varios meses. — ¡Es nuestro gigante! Dijo el patriarca apartando a Camil que cayó al suelo. El patriarca sudado y sonreía por los nervios. — Hola, ¡usted es nuestro dios! Dios Erik, un placer por fin hablar con usted. — No lo entiendo ¿quién habla? — Somos los encogidos de su cuarto. Se hizo silencio, nadie hablaba del otro lado, se escuchó un susurro a lo lejos, luego temblores en el suelo, alguien corría en la casa, unos pasos se acercaban. Escucharon un estruendo la puerta del cuarto se había abierto con fuerza y una ráfaga de aire lanzo a varios encogidos por todos lados del cuarto. Desde la grieta Camil y el resto vieron pies gigantes asomarse y la voz resonó nuevamente en la llamada. — Lo lograron malditos insectos. Lograron comunicarse, Su Dios está listo para divertirse. Dijo el gigante entrando al cuarto sin tener cuidado. El gigante miraba desde arriba a punto blancos corres entre sus pies. No escuchaba los gritos, pero los imaginaba, los pies aterrizaban. Por todo lo que se movía, sentía como crujían bajo sus pies y cada que vez que daba un paso miraba las manchas que quedaban en el suelo. Ya imaginaba la cantidad de carne molina en sus plantas. — ¡Deténgase Dios, tenga piedad! — Terrible error malditos bichos. Grito el gigante al otro lado. — ¡hey! ¡Pablo, ven! los malditos lograron comunicarse! Otros pasos retumbaron y otro par de pies llego. El gigante del pueblo original apareció. — ¡Increíble que lo lograran! ¿Por qué no los mataste antes? El gigante entro al cuarto y comenzó a pisar todo lo que miraba, incluso de la daba manotazos a los encogidos arriba de los muebles. — No puedo esperar a decirle a Jackson. — No le digas nada a Jonathan. Respondió pablo mirando a su compañero Erick. — todavía no sabe que encogimos a su puto ex- novio y sigue vivo. |