El diablo de ojos verdes Cap5

- Pero qué demonios…- fue lo único que pudo articular Dani cuándo vio lo que le que había en la parte trasera de la escuela de artes marciales.

Una gran puerta se erigía cubriendo casi toda la pared del fondo de la sala. Las enormes hojas parecían estar hechas de un metal oscuro, tan pesado que sólo de mirarlas ya uno se cansaba, y estaban grabadas con todo tipo de extraños símbolos y jeroglíficos que le resultaban vagamente familiares. Por otra parte, le sorprendió el hecho de que la puerta no tenía ningún tipo de bisagras para abrirse, así que al chico no se le ocurrió manera alguna de que fuera posible abrir aquello.
Frente a las puertas, una extraña mujer de piel azulada y pelo oscuro se hallaba meditando, sentada sobre una alfombra que se parecía mucho al trozo de tela que él tenía en su posesión, sólo que mucho más grande, claro.

- Siéntate con nosotros, Dani- le dijo Frank- y te explicaremos todo lo que quieras saber sobre tu procedencia.
- Un momento- le cortó el otro- ¿cómo y porqué sabrías tú sobre mi procedencia?
- Porque todos somos parte del mismo mecanismo, amigo. Somos lo que los especialistas llaman los Despertados.
- ¿Especialistas?- se extrañó el muchacho, cada vez más irritado- hablas de ello cómo si fuera una enfermedad. Además, yo no me parezco en nada a ti, yo parezco un humano corriente, no un tigre de bengala antropomorfo.
- En eso tienes razón- contestó el otro, pacientemente- porque todavía no has despertado totalmente.
- Qué sarta de paparruchas- le espetó Dani- no tienes ni idea de lo ridículo que esto resulta para mí. La verdad, compréndelo, es muy difícil creer una teoría tan extravagante cómo la tuya.
- ¿Qué te dijo la madre Masozi sobre tus padres?
- Que… no parecían humanos- dijo el chico tras unos segundos de pensarlo- espera, ¿conoces a la madre Masozi?
- Claro que la conozco- contestó Frank, aliviado de que el chico empezara a tranquilizarse- yo me crié también en su orfanato. La verdad es que es una mujer encantadora.

Frank dio unos pasos hacia la alfombra y le hizo señas a Dani mientras él se sentaba junto a la mujer que meditaba y cerraba los ojos también. El chico, no viendo otra forma de conseguir llegar al fondo de todo aquello, hizo caso al otro y se sentó también sobre la alfombra.
En el preciso instante en que cerró los ojos, su mente comenzó a vislumbrar una luz a lo lejos, y un calor interior muy gratificante le invadió. Cómo si proviniese desde los más recónditos confines de su subconsciencia, el muchacho experimentó una especie de comunión espiritual con los dos seres que se hallaban sentados cerca de él. Y había alguien más.

- Maestro Kaifûku- escuchó decir a Frank- aquí está el chico, tal y cómo te dije. Es incluso más curioso que yo, así que sabía que vendría.
- Bien hecho, discípulo- contestó una voz de tono quedo y desgarrado, en la distancia- puedo sentir su fuerza arrolladora desde aquí. Incluso podría ser más poderoso de lo que pensábamos.
- Eso pensé cuándo le sentí inquietarse por primera vez- volvió a decir Frank- creía que se trataba de uno ya despertado.
- Pero se trataba de éste muchacho de buen corazón que trabaja todo el día y encima se dedica a ayudar por las noches a la gente en peligro.
- ¿Quién… es usted?- preguntó Dani, con precaución, intentando no ser entrometido- me resulta muy familiar.
- Claro que te resulto familiar, muchacho- contestó de nuevo la voz distante- tú ya me has visto muchas veces, lo que pasa es que no me has sabido reconocer. Además, todos nosotros estamos conectados por un vínculo mucho más poderoso que los meros sentidos normales.
- ¿Un vínculo? ¿Qué vínculo?
- Todos nosotros estamos muertos.