Palabras

Dormir, soñar, despertar, ser yo. Esa es mi rutina de todos los días hasta que un simple cruce de palabras cambio todo.
Dormir, soñar, despertar, pensar en ella, ser yo. Es increíble cómo la simpleza de pensar en alguien más cambie mi esquema mental. Mi mente juega conmigo y a la hora de soñar me muestra lo que más deseo pero al despertar me doy cuenta que todo paso en aquel mundo creado solo para mí. Mis sabanas aún siguen calientes y yo no quiero abandonar la comodidad de mi cama con el motivo de no querer dejar de pensar en ti.
Solo quiero hablar contigo pero las palabras se me escapan y digo la primera estupidez que cruce mi mente corroída por las dudas sobre qué decirte.
¿Dónde quedaron mis palabras? ¿Acaso te robaste mis palabras sin que yo me diera cuenta? ¿Estaré soñando? Ya no puedo confiar en mi mente traicionera que juega conmigo solo para satisfacer mis deseos ocultos. Ya no confío en mis palabras y esto hace que cuestione cada uno de mis movimientos como si de una partida de ajedrez se tratara.
Contraerse, expandirse, encontrarse y rendirse. Todas esas sensaciones son causadas por ti, perdí la sincronía de mis pensamientos con lo que quiero decirte y solo me sale escribirte un hola genérico.
El deseo de hablarte se acumula como nieve penitente y solo pienso en estar acostado pensando en aquel momento en que te vi. Cierro mis ojos y mis manos aprietan mi cuello para ver tu boca menguante llena de alegría y secretos. Tus ojos grandes y oscuros que me costaba dejar de mirar. Tu forma de ser, radiante y sería con toques de sensualidad dibujados por momentos aleatorios.
¿Qué son estas palabras que salen de mi? ¿Acaso estoy soñando? No sé en qué mundo estoy pero es agradable perder la noción del tiempo y espacio mientras divago en tu belleza.
Lo único que sé es que tú no abandonas mi cabeza y quisiera que me respondieras una duda, ¿Estoy soñando?