\"Writing.Com
*Magnify*
SPONSORED LINKS
Printed from https://writing.com/main/books/entry_id/1084378
Image Protector
Rated: XGC · Book · Fanfiction · #2328963
Sigue la historia de la vida de esclava de Toadette, y ya tiene el fetiche por los pies.
#1084378 added March 1, 2025 at 8:56am
Restrictions: None
Capítulo 79 - Más estrellas por hallar
—¡Esto es inaceptable! —Wario dio un pisotón en el suelo de baldosas, destrozándolo—. No sólo has perdido mi radar valioso, ¡sino que tal vez le has dado una pista a Peach sobre nuestros planes!

—Oiga, ¿cómo iba yo a saber que habría más de una persona dentro de un volcán?

Con el corazón acelerado, Wario contemplaba la gigantesca Ciudad Diamante desde su edificio elevado. La ciudad, pintada en tonos fríos, estaba llena de vida mientras sus rascacielos y centros comerciales prosperaban. La gente no se enteraba de los grandes planes de su líder. Sin embargo, ahora él se sentía presionado, como si el tiempo se le estuviera escapando.

Aunque Peach no supiera que eran ellos en concreto, sus odiosos champiñones se toparían con ellos suficientes veces como para entender todo.

—Y ya que estamos, estaría chévere un aumento en mi sueldo —silbó la chica, sosteniendo una toalla mientras caminaba descalza por el suelo—. La gran Mona casi se convierte en una botana crujiente tratando de encontrar su preciada Estrella Etérea.

—Diría que tus transgresiones con la ley han sido mucho más arriesgadas que esa aventura en el volcán.

—Lo que usted diga.

—¡Oye, Penny! —Wario se aclaró la garganta—. ¡Ven acá!

Otra mujer de pelo naranja entró en la habitación dando saltitos, con su bata de laboratorio ondeando al compás de la brisa. Chocó directamente con Mona, se ajustó los lentes y continuó hasta situarse justo detrás de Wario.

—¿Cómo lo puedo ayudar? —Su voz aguda la hizo reconocible al instante.

—Dile al doctor Crygor que necesito otro radar para las Estrellas Etéreas. —Señaló el objeto rojo—. El proceso no debería llevar cuatro meses esta vez. Quiero resultados en dos.

—¿Dos meses? ¿Es eso… posible?

—Son genios. Lo harán posible. —Wario sonrió intensamente—. Cuando termine esta búsqueda del tesoro, yo tendré más que suficiente plata para tenerlos cómodos de por vida. Jubílate pronto, conviértete en la mejor cantante desafinada, produce unos mocosos… Lo que quieras, lo haré realidad una vez que obtenga todas estas estrellas.

Una sonrisa volvió a la cara de Penny.

—Dos meses. Hecho. —La joven adulta giró, tarareando mientras danzaba hasta perderse de vista.

—Toda Ciudad Diamante va a estar sonriendo como ella cuando todo esto acabe —rió Mona, dejando caer su toalla—. Ahora dígame, ¿cómo averiguamos dónde están las próximas estrellas mientras tanto?

—No estamos completamente perdidos. —Wario se acomodó en su silla, inclinándose hacia atrás, mientras Mona se ponía de rodillas—. Está claro que requeriremos ayuda desde lejos… Y conozco a la persona ideal.

***


Despertar y encontrarse con los dedos de Toadette en la boca no era exactamente lo que el capitán Toad había imaginado para comenzar su día.

Sintiendo su lengua atrapada entre dos de esos dedos, trató de mover lentamente la pierna de ella para liberarse. Pero parecía que el dedo gordo de Toadette lo hubiera enganchado como un pez a un sedal; se esforzó en silencio por sacarlo de su boca. La larga uña y la longitud natural de sus dedos jugaban sin duda un papel importante en todo esto.

La chica parecía estar completamente fuera de este mundo, con la boca parcialmente abierta.

«Si quieres invadir mi boca, bien. Yo invadiré la tuya».

Sin pensarlo dos veces, presionó sus labios contra los de ella. Juntando toda la saliva que pudo, dejó caer una cascada en su boca. Fue tan sensual como insultante, y le agarró la cabeza para que no pudiera escapar del beso. Al lamerle la boca llena de babas, su pene se llenó de sangre. Sintió que su energía se intensificaba al introducir su lengua entre los dientes de ella. Cuando su lengua le hizo cosquillas a la suya, soltó un suspiro.

—Eso está muy mal.

Toad gimió. Miró por encima de la litera y vio a Minh observándolo. O tal vez ella simplemente oyó sus odiosas lamidas mientras saboreaba la boca de Toadette.

—¿Acaso tienes un problema? —preguntó Toad, levantando el dedo corazón—. Todos hemos hecho cosas así mientras nuestros amigos duermen.

—¿Qué quieres decir con «todos»?

—Déjame decirte: masturbarme con el culo de mi primita durante una fiesta de pijamas fue muy revelador.

—¿Eh? —Los ojos de Minh se abrieron de par en par.

—Sólo tiene dos años menos que yo.

—Ése no es el… —Minh sacudió la cabeza—. Ay, nunca le había hecho nada a Toadette mientras dormía.

—¿De verdad? —Toad se quedó mirando a su amor dormido—. ¿Y a alguien más? Mira, sabiendo que ahora eres una fanática espeluznante de los pies, es difícil creer que pudieras ignorar esos pies tan asquerosos que están bajo las sábanas.

Minh miró por la ventanilla del barco, el vasto océano seguía rodeando al grupo.

—A mis primos mayores.

—¿Cómo es que no me sorprende?

—Supongo… supongo que me siento más cómoda arriesgándome con mi familia durmiendo que con mis amigos. —Se miró los propios pies en calcetines—. Es más fácil.

—Porque los conoces, así que probablemente seas una experta en no hacerlos despertar. —Se inclinó hacia ella—. ¿Me estás diciendo que has estado chupando los pies de esa mesera tan molesta esta última semana?

—Estuvo casi siempre en la casa de mis papás. Pero antes, cuando éramos más jóvenes, sí que lamía sus pies.

—Puaj, y apuesto a que sabían tan desagradables como su personalidad.

—No. Tiene un armario repleto de productos de belleza. Te aseguro que sus pies siempre están llenos de loción. —Su cara empezó a ponerse roja—. También tiene los pies más delgados que los míos.

—¿Y eso es una ventaja? —Toad enarcó una ceja.

—Claro.

—Eh, considerando lo raros que pueden ser ustedes, adictos a los pies, hay alguien en el mundo que estaría encantado de que tus pies fueran tan gordos.

—¡Oye!

—No empieces con la mierda de «no me digas gorda» esta mañana —gritó Toad—. Te estoy haciendo un cumplido, idiota. Sólo acepta que tus pies son bien carnosos, anchos y parecen sandías.

—Deja de hablar —gruñó.

—Aunque tus pies fueran realmente feos, como los de algunas brujas que he visto, eso no cambiaría nada.

—¿Y por qué?

—Ya conoces a esa expresión cursi: lo que cuenta es lo que llevas dentro. —Toad se bajó de la cama y besó a Minh en la boca—. Si no tuviera algo de verdad, esta chica con el cabello revuelto no estaría tan atraída a ti.

Cuando él entró en el baño, Minh miró a Toadette, que seguía durmiendo como una gatita.

***


—Juro que anoche me lavé los dientes. —Toadette se sintió asquerosa mientras caminaba por las gélidas calles de Ciudad Toad—. Sabe como si estuviera haciendo gárgaras con la saliva de otra persona.

—¿Quién sabe por qué? —preguntó Toad, sonriendo ampliamente.

—Oh. Oh, ¡qué asco! —Lo golpeó contra una farola—. ¿En serio escupiste en mi boca?

—Una pequeña venganza por despertarme con tus pies en la mía.

—Al menos mis pies pueden ser deliciosos.

Al llegar al castillo a las diez y media, su prioridad era ver a la princesa. La sorprendieron en el sótano, andando por el suelo un poco inundado. Cerró la puerta tras de sí, y su postura se puso rígida en cuanto vio a los dos champiñones.

—Vaya, han vuelto de una pieza. —Peach se acomodó el pelo—. ¿Cómo se siente ser salvado por su inferior, capitán?

—No le dé todo el crédito. Yo podría haber escapado por mi cuenta.

—Pero no lo hiciste —cantó Toadette.

—Sí, hablemos de eso, princesa. Me atacaron.

—¿Quién? —preguntó Peach.

Toad comenzó a contarle a la princesa sobre la misteriosa mujer que buscaba el mismo tesoro que él había encontrado. Pero sabía que, si nada específico, Peach no podría adivinar quién era, y mucho menos se molestaría en ir tras ella. Por suerte para el explorador, lo que sacó de su bolsillo podría haber sido una pista crucial.

—Esto debe ser lo que estaba usando para seguirme —comentó, entregándole el dispositivo a Peach—. Debe ser algo realmente valioso si estaba lista para matarme por ello.

—¿Estrellas Etéreas? —Peach leyó el texto grabado en la parte frontal de la máquina.

—Un nombre impresionante. Suena a otro mundo —se rió Toad.

Peach siguió observando el aparato. De repente, sintió como si el sudor intentara salir de su cuerpo. Pensó en los meses pasados y volvió a mirar a los Toads.

—Ustedes tienen que hallar el resto de estas estrellas de inmediato.

—¿Cómo? —respondieron los dos.

Peach los tomó de los brazos y los condujo a su cuarto. Una vez ahí, los llevó a un rincón donde no hubiera posibilidad de que los oyeran. Su rostro estaba lleno de preocupación, pero se esforzaba por mantener una actitud seria.

—Si alguien se pone a cazar estrellas especiales, suele ser señal de que no tiene intenciones buenas —explicó—. Lo he visto demasiadas veces.

—Esa estrella es bastante grande —dijo Toad—, pero tal vez sólo sea una roca aburrida.

—Es verdad, alteza. Si tuviera algún tipo de magia cósmica y impresionante, la chica la hubiera usado —añadió Toadette—. ¿Qué tan peligrosas pueden ser estas estrellas?

Peach miró a Toadette como si fuera idiota.

—¿Acaso has olvidado que Wario es el jefe de la misma familia con la que te habías metido tantas veces, Toadette?

—¿Wario? ¿Qué tiene que ver con esto?

—El tiempo de este ataque coincide con lo que me dijiste sobre sus planes recientes, ¿no? —le preguntó Peach a Toad—. ¿Los Scapelli? Vale la pena considerar la posibilidad de que estén detrás de esto.

Toadette se tragó saliva. Ya le daba miedo ser un blanco en Ciudad Champiñón, pero ¿ahora también lo era en su propio hogar? ¿Existía algún rincón donde pudiera sentirse protegida? Antes de que Toad pudiera decir algo, ella dio un paso adelante.

—¿Cuántas de estas estrellas hay?

—No tengo ni idea. Por ahora, me dedicaré a investigar por mi cuenta sobre estas Estrellas Etéreas. Ustedes, a su vez, deben descubrir cómo funciona este pequeño dispositivo y encontrar lo que puedan. ¿Les queda claro?

—Déjeme verlo. —Toad oprimió unos botones—. O las estrellas son poderosas, o esta cosa es débil. Sólo puede detectar una de sus energías a la vez.

—Qué genial —gimió Toadette—. Podría haber uno bajo nuestros pies ahora mismo, y ni siquiera lo sabríamos.

—Pero hay color. Mira, la que tiene esa chica, la roja, no aparece. Sin embargo, esta naranja debería estar en algún sitio de Rosedan según estas coordenadas.

—¿Y por qué no irrumpimos en la ciudad de Wario, llamamos a su puerta y lo arrestamos? —preguntó Toadette.

—Jeje. Puede que él sea del Reino Champiñón, pero sigue siendo su territorio. Además, ¿acaso crees que no tiene la ciudad bien protegida? Aunque no tuviera protección, Wario no es un humano cualquiera.

—Por esa lógica, ¿no puede Su Alteza con él? Sé que no es una debilucha.

—No lo soy —dijo Peach—. No obstante, entre los múltiples humanos con habilidades extraordinarias que existen en el reino, lamentablemente resido cerca de la base del tótem. Ese monstruo podría romperme como una ramita si deseara.

—Y no vamos a dejar que eso ocurra —declaró Toad, agarrando la mano de Toadette—. Vamos a prepararnos, novata.

—Bueno, al menos esta vez no tendremos que pelearnos con nadie. —Ella sonrió.

—Cuento con ustedes —gritó Peach con una sonrisa, saludando a sus trabajadores leales.

***


En su escritorio de WarioWare, Inc., Penny estaba trabajando en un programa que le facilitaría a ella y a su abuelo la creación de un segundo radar. A pesar de su confianza, sabía que sería un desafío volver a hacer uno de estos desde cero. Sólo el proceso de reunir los materiales necesarios para detectar la energía de las estrellas podría tardar semanas.

—Enviarlos desde Sarasaland… Ay, incluso el enviarlos al Reino Champiñón continental sería…

De repente su puerta se abrió, y entró una cara conocida.

—Hola, estoy a punto de salir —dijo Mona, saludando—. ¿Crees que realmente serías capaz de llevar esto a cabo en dos meses?

—Si canalizo mi 9-Volt interior y me aprovisiono de papas fritas y una botella para el pis, es posible.

—Nunca dejarías que ese chico se olvide de eso, ¿eh?

—Todavía no me he recuperado de ello —respondió Penny, tomando agua—. Sabía a azúcar y amoníaco.

—Menos mal que nadie ha tomado tu bolsa de vómitos —se burló Mona. Se subió al escritorio—. Y no dejes que Wario te asuste demasiado. Aún tenemos otro plan.

—Genial —suspiró Penny—. Un diez por ciento menos de estrés.

—Por favor, yo soy la que tiene el trabajo duro. ¿No te he contado cómo casi me derrito en la lava? —Mona empezó a relatar la historia de Penny, que, a pesar de la acción y la emoción, seguía tecleando con gran precisión—. ¿Y esa chica champiñón? Ella es la razón por la que tienen que construir un nuevo radar. Estoy deseando volver a verla y darle su merecido. Especialmente después de que casi me hace vomitar con su pie.

—¿Eh?

—No te lo quieres imaginar. —Un repentino estornudo se le escapó—. Era como queso.

Penny se llevó las manos a las orejas y dejó de teclear al sentir una oleada de náuseas. La sonrisa de Mona se ensanchó al notar el rubor que subía por las mejillas de Penny. ¿Era hora de burlarse un poco más de ella?

—Hablo en serio, Penny. ¡Queso! Como el más oloroso, maduro e inhumano…

—Te creo —soltó—. Justo acabo de comer queso a la plancha.

—Vaya. Esperemos que no haya caído algún recorte de uñas en la mezcla. Ya sabes que a veces me corto las uñas de los pies aquí.

—¡No!

—O tal vez las virutas de los pies de 5-Volt cuando tiene que darle un castigo a su querido 9-Volt.

—¡Basta ya!

—¡O una carga caliente de esa mermelada negra que se acumula entre los deditos de Ashley!

—¡¡Gah!! —Penny respiró hondo y empezó a cantar al máximo volumen—. ¡Es una chica intelectual, con un talento sin igual!

Ahora era Mona la que se tapaba los oídos con las manos. El desafinado gorjeo de Penny era como clavos en una pizarra. Era tan estridente que el cristal del propio monitor de Penny amenazaba con romperse. A la pobre tecnología le dolía estar en su propia presencia.

—¡Okay, he terminado! —Mona le cerró la boca—. ¡Ay, mis oídos, Penny!

—Creo que necesito la bolsa de vómitos —jadeó, sintiéndose mareada.

—Estarás bien. —Mona saltó del escritorio—. Reaccionas como si te estuviera apuñalando al describir unos pies sucios, mientras tanto apuesto a que los tuyos quizá huelen igual que los de ese champiñón.

—¡Ni hablar! —Penny puso las manos en las caderas—. No puede ser la mejor sensación pop que el mundo verá con unos pies que huelen a basura.

—Segura, ¿eh? Si tan segura estás, déjame olerlos.

—¿Q-Quieres olerme los pies? —Las mejillas de Penny ahora estaban de un rojo brillante.

—No finjas que esto es por mi bien. Sólo quiero que te tragues esas palabras, sabelotodo. —Mona le mostró una sonrisa—. ¿O acaso te da miedo?

Penny se cruzó de brazos, con los labios fruncidos. Aunque era mayor que Mona, la química siempre se veía tan insignificante al lado de la recién graduada. Mona podía enfrentarse a la policía de otras ciudades sin temblar, mientras que Penny se sentía morir sólo por oler las cosas equivocadas. Sin embargo, con Wario planeando su ataque más grande hasta ahora, tal vez era el momento de que Penny demostrara un poco de coraje.

Mona ya estaba expuesta a su canto, así que ¿qué daño le haría darle una muestra de sus pies? Excepto por el hecho de que Penny llevaba las botas puestas todo el día, así que nadie sabía si realmente apestarían u olerían tan pulidos como ella deseaba.

Con un trago, Penny se quitó la bota rosa del pie derecho. Había un sonido que recordaba al de un chicle elástico. Mona se inclinó hacia ella y se le escapó una risita amenazadora.

Se quitó el calcetín.

—Oh. Me sorprende.

El pie de Penny era de lo más genérico. Estaba prácticamente impecable, salvo por algunos hilos sueltos del calcetín. Complementado con un suave rubor, nadie sospecharía que su pie olía mal a primera vista.

—Llega el momento de la verdad —declaró Mona—. ¿Olerán los pies de Penny Crygor tan frescos como los calzones de Mona o tan apestosos como los calcetines de Wario? ¡Averigüémoslo!

Su nariz se introdujo bajo los dedos de Penny, inhalando profundamente. Penny se tapó la boca con las manos y soltó un grito ahogado.

Pero ¿por qué Mona no se echaba atrás? ¿Por qué no se burlaba inmediatamente de Penny por el inevitable hedor de los dedos de sus pies? ¿Por qué tenía cara de confusión?

—¡Hmph! Qué decepción.

El pie de Penny desprendía un aroma extraordinariamente fresco, como si hubiera sido acariciado por una toallita desinfectante desde los talones hasta los dedos. Un leve toque cítrico flotaba en el aire, provocando un ligero estremecimiento en la nariz de Mona. Pero, honestamente, no olía diferente a si Penny hubiera lavado sus manos en su laboratorio.

De hecho, el aroma de su pie resultaba más agradable que la mayoría de los químicos con los que manipulaba.

—¡Jajaja! Te lo dije —cantó Penny, golpeando a Mona en la cara con su pie.

—Al menos tu futuro novio no se va a asustar con la idea de darte masajes en los pies —rió Mona mientras se limpiaba las manos en su camisa—. Oye, mejor me voy antes de que Wario te pague aún menos.

—Hasta luego, cocodrilo —replicó Penny.

—O tal vez, para probar que no eres una gallina total, podrías oler mis botas bien usadas.

—Fuera.

—¡Coc co co coc! —Mona se rió mientras cerraba la puerta—. Nos vemos.

Ya sola, Penny se llevó el pie a la nariz y lo olfateó tres veces.

—Ah… Ese aroma a naranja. Todo ese cuidado de mis pies está dando resultados. —Inhaló por cuarta vez y sonrió mientras continuaba trabajando en los planos para el nuevo radar.

***


Con el cielo anaranjado y con un toque de violeta, Toadette se dirigió a Rosedan. La joven trotaba en su sitio frente al castillo de Peach, esperando a que se le unieran.

—Debes de estar llena de cafeína. —Toad le dio un golpecito en la cabeza desde atrás.

—No olvides que tenemos que recoger a Minh.

—¿Y si no lo hacemos?

—¿Por qué no? —Hizo un mohín.

—Porque lo único que hará es distraerte. ¿Realmente tengo que explicarte por qué?

—Oye, he sido bastante útil.

—¿Qué carajos? —Toad le dio un revés a Minh, casi arrancándole la cabeza del cuello—. Una jugada brillante, Toadette, contándole a la charlatana sobre la misión que debemos guardar en secreto.

—Tranquilo. Sólo le dije a mi gente que me voy un rato a Rosedan —respondió Minh con una mueca de dolor mientras se frotaba la mejilla—. No es como si supieran que estamos buscando esas Estrellas Eternas.

—Se llaman Estrellas Etéreas —dijo con firmeza—. ¿Y a quién contamos exactamente como tu gente?

—Mamá, papá, Sofía porque me llamó, y fuera de ellos, se los dije a T. Tais, T. Russ, T. Fice, y creo que se los dije a…

«Estoy rodeado de retrasadas», se lamentó el capitán.

—A unos treinta kilómetros de distancia está Rosedan —les explicó Toadette—. Si lo recuerdo bien, cinco horas caminando nos harán llegar allá cuando ya sea de noche.

Toad se echó a reír, sin poder resistirse a hacerlo más fuerte cuando se dio cuenta de que Toadette hablaba en serio.

—Estás loca si crees que vamos a caminar hasta allá a estas horas. ¿Acaso quiero que me devoren los mosquitos? —Sacó un juego de llaves del bolsillo.

—En Rosedan no se puede manejar —comentó Minh, levantando una ceja.

—Exacto —respondió Toad—. Todos esos caminos de tierra desiertos significan que no tendremos problemas de tráfico como en Ciudad Champiñón.

—Si vamos en carro, yo seré la copiloto —afirmó Toadette, apretándose contra el pecho de Toad—. Espero que no sea un carro nuevo.

—¿Y eso por qué?

—Porque ese tablero va a estar muy triste. —Deslizó su pie de nilón fuera de su zapato bajo y comenzó a frotarlo sobre la parte superior de la bota de Toad—. Quizás deprimido.

----------

Nota del autor:
Sí, incluir a Penny significa que ya no puedo usar el apodo de Penélope. Maldito seas, WarioWare, y tus nombres genéricos.

La escena de ella y Mona fue la última sección que escribí aquí. Refleja una cosa molesta que veo todo el tiempo: personas (sobre todo mujeres) que insisten en que sus pies huelen horrible. Dicen que huelen absolutamente asqueroso. Y no desprenden casi ningún olor. Es como decir que tus pies están sucios cuando sólo tienen unas motas de arena.

La próxima semana comienza el viaje hacia Rosedan. ¿Les gustan las chanclas? ¿Qué tal si sintieran si los pies de una Toad en chanclas les estuvieran presionando el regazo durante un recorrido en carro?
© Copyright 2025 VanillaSoftArt (UN: vanillasoftart at Writing.Com). All rights reserved.
VanillaSoftArt has granted Writing.Com, its affiliates and its syndicates non-exclusive rights to display this work.
Printed from https://writing.com/main/books/entry_id/1084378