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Printed from https://writing.com/main/view_item/item_id/1907725-El-Piano
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Rated: 13+ · Fiction · Experience · #1907725
Cuento corto de suspenso. La vida cotidiana nos nutre de historias permanentemente...
Escucho todo el tiempo un piano y nunca he podido verlo. No se cuál es su tamaño ni sus proporciones, lo único que sé es que me irritan profundamente cada una de sus agudas teclas y me golpean en el pecho todos sus más graves sonidos. Podría ser eléctrico o de cola, no lo sé y me da igual, el tema es que tiene suficiente potencia como para traspasar varias barreras de paredes y aun así alcanzar mis oídos con una fuerza descomunal. Está sobre mi techo, justo arriba de mi habitación. Sé que lo han cambiado de lugar en estos días. Lo que no sé es hacia dónde lo llevaron, supongo que no muy lejos.



Mi padecimiento lleva un tiempo ya, pero hace algunos días el hartazgo hizo hervir mi sangre y por propulsión llegué al piso de arriba. Toqué timbre y esperé paciente, sonriendo (por si alguien mi miraba desde la mirilla). Mi vecino abrió por fin la puerta. Ahí estaba, algo encorvado y con cara de inocente, él es el autor de esos ruidos enloquecedores, el sujeto que cada noche le da vida al insufrible aparato. Y allí habitaba junto a la típica banqueta y un mar de partituras tachadas flotando por el piso. No era día de ensayo, la tarea en ese momento era solamente afinar.



Nadie me había invitado a pasar pero yo igual entré. Quise acercarme al infernal aparato, cuando apareció de pronto un tipo y me detuvo. No se quién era pero enseguida los tres teníamos una tensión insostenible en nuestras miradas. Como si de pronto hubieran leído mi pensamiento. Como si la furia de mis ojos hubiera develado mi plan.

Rápidamente mi vecino cubrió el piano con una funda y luego caminó hacia mí. Entre los dos me forzaron a bajar las escaleras. No tuve tiempo siquiera de asustarme, todo pasó muy rápido. Muy hábilmente me llevaban, ¿lo tenían planeado? ¿acaso sabía que yo iba a subir esa mañana? ¿cómo pudieron haber leído tan fácilmente mi mente?. No pude poner resistencia… “¿Te gusta el silencio, nena?” me preguntaban, “te vamos a llevar a un lugar donde no vas a escuchar nada de nada”… y bajando hasta el subsuelo abrieron la puerta del cuartito que nunca se usa para nada y me obligaron a entrar. Oscuridad total.



Permanecimos allí unos minutos… quizás fueron solo segundos, pero el silencio había comenzado a incomodarme más de lo que creía. De repente soltaron uno de mis brazos, noté que uno de ellos se alejada y vi a contraluz cómo salía de lugar. Solo quedamos mi vecino y yo. El silencio era insostenible, interrumpido sólo por mi nerviosa tos. Estábamos frene a frente, o espalda con espalda, no lo sabía…

Nunca pensé que una lucha a ciegas podía ser tan apasionante. Cada golpe de mis nudillos era una melodía sobre su cara. Por fin logré lo que quería, el edificio está en paz.

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