"señora Gionne".
La voz de una mujer interrumpió los pensamientos de Excella. Miró y frunció ligeramente el ceño. Frente a ella estaba una mujer con un traje negro y zapatos elegantes, media un 1,75 metros de alto, cabello castaño y largo hasta los hombros, ojos verdes y gozaba de una figura esbelta y curvilinea qué rivalizaba con la suya. Sin ella, junto con otro hombre, Tricell no habría obtenido una muestra del Virus T-abyss.
Jessica Sherawat, la triple agente de Tricell y, por el momento, la subjefa de seguridad de la división de la compañía en África.
"Estoy ocupada en este momento, señora Sherawat", dijo Excella con tono frío, apoyando los brazos en los reposabrazos de la silla y cruzando sus piernas. "Vaya al grano".
A Excella nunca le gustó Jessica, y la triple agente compartía el sentimiento. Entre las dos había una rivalidad por ser la "número dos" de Albert Wesker. La mujer de cabello castaño había estado buscando quitarse a Gionne del medio en los últimos dos años desde qué fue seleccionada para ser la subjefa de la seguridad de la división de Tricell en África.
Sin qué Excella lo supiera, el deseo de Jessica se haría realidad muy pronto.
"El señor Wesker desea hablar con usted inmediatamente, en persona", dijo con un tono serio, enfatizando la última palabra.
Excella se tensó ante la mención del hombre con habilidades sobrehumanas, para satisfacción de Jessica.
"¿A qué se debe esta necesidad de hablar conmigo?", Excella intentó sonar sería y profesional, pero en el fondo estaba preocupada. Sólo podía llegar a una conclusión.
"Por desgracia, no me dió los detalles", respondió Jessica, "Dijo qué era algo qué sólo debía discutir con usted en privado. Eso fue todo".
'Albert lo sabe' - Excella sintió un nudo en la garganta. Había sido muy cuidadosa con cada paso, asegurándose de qué nadie la descubriera. ¿Cómo se había enterado Wesker?, ¿En qué se equivocó?, ¿Que pudo haber salido mal?.
"Señora Gionne, debemos irnos inmediatamente", dijo Jessica con impaciencia.
Realmente no tenía salida de esta situación. Su única salida era intentar razonar con Albert y rezar para qué tal vez, sólo tal vez, el hombre con gafas oscuras fuera un poco piadoso con ella.
O al menos eso pensaba Excella.
"Está bien". Se levantó de la silla. "Vamos".
La mujer de cabello castaño asintió y guío el camino con Excella siguiéndole el ritmo. Una leve sonrisa maliciosa se formó en sus labios.
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