Juan se quedó en la cama durante unos minutos pensando cómo podía utilizar el ‘Mando’ que había recibido esta mañana. Sabía que era una broma, pero no perdía nada por probarlo.
Como no se le ocurría nada, dejó el mando sobre la mesa y se fue a la ventana para que le entrara la ‘inspiración’.
Cuando llegó, vio a su vecino Luis, un chico de unos 22 años, bastante alto, media casi 1,90 m; tenía el pelo castaño claro y corto; y un cuerpo bien musculado, no era culturista, pero le gustaba ir al gimnasio e iba casi todos los días. En ese momento, Luis se encontraba tumbado en el sofá viendo la televisión en el salón de su casa.
Juan siempre tuvo envidia de Luis por su cuerpo musculoso, ya que él no conseguía nada yendo al gimnasio y en cambió su vecino sí. Por ello decidió utilizar a Luis como su conejillo de indias, así que se dio la vuelta y se fue al escritorio para coger el ‘mando’. Ya en su mano, volvió a la ventana y empezó a pensar que podía cambiar con Luis.
Tras pensarlo durante unos instantes, decidió cambiar la cabeza con su vecino, así que le apunto con el mando y apretó al primer botón de este. Hubo un destello cegador y cuando acabo, Juan empezó a sentirse muy raro y a parecerle todo algo más pequeño. Apoyo la mano contra la pared y pudo observar que su mano era muchísimo más grande que antes. Bajo la vista y vio que su brazo era musculoso y no enclenque que era como tenía que ser.
Se separó de la ventana y se fue corriendo al espejo que tenía en el cuarto. Cuando llego, Juan se quedó mudo al observar su cuerpo, ya que tenía el cuerpo de su vecino Luis, un cuerpo grande, musculoso y bien definido y encima era más alto.
Se pellizco por si se trataba de un sueño, pero no fue así, por ello decidió realizar varias posturas delante del espejo para ver sus nuevos músculos.
Tras estar un rato presumiendo, volvió a la ventana a ver como estaba su vecino Luis y se quedó otra vez con la boca abierta cuando vio que su vecino tenía ahora su cuerpo escuchimizado.
Mientras que estaba mirando a su vecino con la boca abierta no se dio cuenta que su madre había entrado a su cuarto para pedirle la ropa sucia.
- “¿Va todo bien cariño?” – Pregunto su madre extrañada.
Juan pego un sobresalto cuando oyó la pregunta de su madre y se giró rápidamente a donde estaba ella. Pero no dijo nada.
- “¿Cariño?” – Volvió a preguntar su madre.
Juan se extrañó mucho de que su madre no le dijera nada sobre su nuevo cuerpo.
- “Eh…. Si va todo bien mamá, ¿por?” – Reacciono por fin Juan
- “Por nada cariño, como te veo mirando embobado por la ventana no sabía si te había pasado algo” – Contestó preocupada su madre.
- “Pues no. Todo va bien mamá, no hay nada por qué preocuparse.” – Dijo Juan intentando tranquilizarla.
- “Vale cariño. Oye tengo pensando poner una lavadora, pero te quería preguntar si vas a salir ahora al gimnasio o no.”
- “Si… El gimnasio…” – Respondió Juan algo distraído. – “Creo que saldré en un rato.”
- “Vale cariño, entonces pondré la lavadora luego.” – Dijo su madre con una sonrisa y luego se dio la vuelta y salió del cuarto de su hijo.
Cuando su madre se fue de su cuarto, Juan corrió hacia el mando de control que lo había dejado en la cama cuando vigilaba a su vecino Luis.
- “Esta cosa es real.” – Se dijo a sí mismo y en alto Juan.
A continuación se fue a su armario y descubrió que toda su ropa había cambiado para adaptarse a su nuevo cuerpo.
- “Este mando es fabuloso.” – Volvió a decirse a sí observando el ‘mando’ sorprendido.
A continuación cogió la bolsa de deporte, metió el chándal y el mando también, y salió del cuarto.