Julia se dió la vuelta a toda prisa. Los zapatos le estorbaban para correr, pero no tenía tiempo de quitárselos. Apagó el ordenador tirando del cable. Los pasos ya estaban cerca. Sin tiempo para más se metió debajo de la mesa.
La puerta se abrió de golpe. El individuo disparó nada más entrar, antes si quiera de ver si había alguien dentro. Julia se tapó la boca con ambas manos para no gritar. Temblaba de miedo. No escuchó más pasos. Al principio se alegró. Luego pensó que si no había más pasos tampoco había salido de la habitación. ¿Por qué no se iba ya?
Debía estar planteándose si seguir buscando o ir a los siguientes despachos. Julia intentó calmarse para pensar. El hombre encendió la luz. Aún así ella debía estar segura. No había ropa en el perchero de la entrada, el ordenador estaba apagado... no existía ningún motivo para seguir buscando. El hombre avanzó unos pasos hacia la mesa. Fue cuando Julia recordó. El móvil. Había dejado el móvil junto al teclado del ordenador. Tal vez aquel hombre lo hubiese visto.
Los pasos continuaban. Si la encontraba allí... no podía ni pensarlo. Tal vez pudiese intentar sorprenderle. Salir a gatas por un lado de la mesa e intentar golpearle desde atrás. O tal vez pudiese negociar de algún modo. Sencillamente pedir que no le disparase y ver si había forma de convencerle. Claro que también estaba su opción favorita, seguir esperando. Al no ver más que un móvil, y eso si lo había visto, el hombre podría dar la vuelta y seguir adelante. ¿Qué hacer?
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